Sequía Enloquece a Samuel García

Opinión

Por: Mauricio Fernández Díaz

Prende escasez de agua lucha entre Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas

Ciudad Victoria.- Las amistades se rompen a menudo bajo el peso de presiones extraordinarias, por más indestructibles que se crean. Es más, hasta las hermandades se desintegran a pesar de los lazos de sangre. ¿Cómo no va a ocurrir lo mismo con los territorios estatales, cuando cada uno protege sus propios intereses, por más socios que se digan? Tal es el caso de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas.

La grave sequía que asola al norte de México se ha agudizado particularmente en la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León, cuyas presas principales (La Boca y Cerro Prieto) se han vaciado. Le quedan buenas reservas en El Cuchillo, pero solo tiene un acueducto y es técnicamente imposible que cubra toda la mancha urbana. Algunas colonias ya viven sin agua desde hace dos meses. Y las afortunadas con suministro reciben, por unas horas, un chorrito tan delgado como un cabello.

Y se va a poner peor, porque la extraída de los pozos y un poco de la Boca solo resiste hasta finales de julio. Tiene que llover el 1 de agosto, así, categóricamente, “tiene que”.

Desesperados, muchos regiomontanos han bloqueado grandes avenidas y causado con esto nuevos problemas al estado. En redes sociales, los radicales ya piden la renuncia del gobernador Samuel García, con muchas mentadas de madre, como él mismo ha reconocido.

Víctima de su propio desquiciamiento, ha salido Samuel a ranchos y zonas rurales a buscar la ansiada agua para ver la manera de entubarla y descargarla sobre la sedienta Monterrey. Sin ser ingeniero ni técnico, mientras transmite en vivo a Fecebook desde su celular, quiere llegar él mismo a algún manantial oculto entre las montañas.

Suena bastante mal que un populista de derecha como Samuel García quiera en persona encontrar el oasis para su capital. Coahuila y Tamaulipas deberían ver con preocupación este comportamiento irracional y politizado de su socio regional, porque nada bueno augura.

Y un día, en sus excursiones senderistas, Samuel halló agua: era un arroyo poderoso de aguas transparentes. “¡Una mina de oro! ¡Un milagro!”, dijo feliz en su transmisión. Lo identificó como el Río Pilón, e hizo cálculos de lo que podría extraer.

Pero el río Pilón, en plena Sierra Madre, corre entre Rayones, Nuevo León, y Arteaga, Coahuila. Samuel aseguró que dicha agua estaba en territorio nuevoleonés.

Y desde Coahuila callaron al demagogo. La zona donde se había adentrado el regio era territorio ajeno. “Está yendo al origen de un río para querer obtener el agua de ahí”, dijo Antonio Nerio Maltos, director de la Comisión Estatal de Agua del estado vecino. Por último, tachó el anuncio de Samuel de improcedente, de contrario a la Ley de Aguas Nacionales y de causante de problema ambientales.

Insensato como nadie, Samuel alegó tener la razón, y adelantó que ya negociaba con nogaleros de Rayones desviar 2 mil litros por segundo de los ríos Casillas y Pilón al acueducto de Cerro Prieto.

Y esta vez la protesta salió de su propia casa. Residentes de Allende bloquearon la carretera nacional en protesta por la explotación del río Casillas cuando ellos ya se están quedando sin agua y los pozos se han evaporado. “¿Por qué se quieren llevar el agua de nosotros?”, preguntó uno de los inconformes. Vaya, ni los de Nuevo León quieren sacrificar su agua por la gente de Monterrey.

En campaña, Samuel García prometió no trasvasar “ni una gota de agua” a Tamaulipas cuando asumiera la gubernatura, en otro mensaje hueco de corte populista que busca desconocer el convenio entre ambos estados de 1992 para trasvasar agua de la presa el Cuchillo, en Nuevo León, a la Marte R. Gómez en Tamaulipas, cuando el almacenamiento de esta última caiga, como ha ocurrido en la actualidad.

Y en febrero de este año ratificó su amenaza. En una reunión de gobernadores fronterizos, en Reynosa, sostuvo la necesidad de cambiar todos los convenios nacionales e internacionales debido a la grave sequía en la región, la peor en 1200 años.

Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas han formado un región atractiva para los inversionistas extranjeros y saben compartir sus atributos para ser más competitivos. En temas económicos se coordinan con facilidad porque ninguno tiene que cederle al otro nada; es un tema de logística en donde la unión hace la fuerza.

Pero la sequía ha trastornado el cerebro de muchos regiomontanos, como Samuel García, y no dudan ni un minutos en robarse el agua de Coahuila, como aparenta ser el caso del río Pilón, ni en despreciar la necesidad de Tamaulipas y la presa Marte R. Gómez, con la cual está comprometida mediante convenio.

¿Qué sigue después de estos episodios? Imagínelo usted: tiene que llover en 15 días o la mitad de Monterrey, con más de cuatro millones de personas, se quedará sin agua. Si en estos momentos, en que aún puede administrar algo de sus fuentes, Samuel ya delira con adueñarse de ríos y romper convenios federales, para agosto quedará trastornado y le hará la guerra a propios y extraños.

Siendo Samuel García un demagogo clasemediero y adulador de lo regio, Coahuila y Tamaulipas padecerán los seis años de su administración.