La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

Tamaulipas, ya cambió; y será para bien

Américo Villarreal Anaya, será un gobernador fuerte. Tan potente, como no lo había desde los años 60 del siglo pasado. Los antecesores del cardiólogo victorense, vivieron un mal fario: el traslape entre los tiempos de las administraciones local y federal. Es decir: el Ejecutivo estatal tamaulipeco –bajo los protocolos el viejo régimen– era palomeado por un presidente de la república con el cual coincidía por tres años, para coexistir la siguiente mitad de su sexenio con un Ejecutivo federal, si no enemigo, sí poco afín.
Enrique Cárdenas González, lo vivió, con Luis Echeverría y José López Portillo.
Emilio Martínez Manautou, lo experimentó con López Portillo y Miguel de la Madrid.
Américo Villarreal Guerra, lo sintió con de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
Manuel Cavazos Lerma, lo sufrió con Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
Tomás Yarrington, lo observó con Zedillo y Vicente Fox.
Eugenio Hernández Flores, –inauguró el récord al tener dos presidentes de la república panistas– fue flagelado por Fox y Felipe Calderón Hinojosa.
Egidio Torre Cantú, vislumbró angustiosos momentos con Calderón Hinojosa para atemperar el escenario con la llegada de Enrique Peña Nieto.
Francisco García Cabeza de Vaca, empató la pizarra con Geño: tuvo dos Ejecutivos federales adversos: Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
El paisaje sociopolítico para la administración estatal que iniciará el 1 de octubre, es diferente.
Muy diferente.
Villarreal Anaya, llega con la anuencia y la convergencia de proyectos.
No habrá distancia de lo que la Federación proponga para Tamaulipas, ni habrá desacuerdos entre los que Tamaulipas solicite a la Federación.
Las añejas confrontaciones –Cárdenas González, casi es tirado por el gobierno federal con eventos de ingobernabilidad construidos por la inconformidad popular y la inyección de inestabilidad del Secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles; Villarreal Guerra, por poco es defenestrado por oscuras fuerzas alentadas desde la Secretaría de Hacienda que ocupaba, Carlos Salinas y Francisco García Cabeza de Vaca, sintió el frío del acero de la administración lopezobradorista– ya no serán.
Se percibe: todo será coser y cantar para Villarreal Anaya.
¿Que AVA encontrará las cajas registradoras vacías?
Los excedentes de la renta petrolera y las contribuciones fiscales de los grandes millonarios, dan para soportar esas vicisitudes y otros obstáculos de similar calado.
¿Que su Gabinete, tiene hombres y mujeres sin experiencia?
La Federación, siempre estará atenta para tender la mano ante los desafíos por venir.
¿Que el Congreso local seguirá secuestrado por el PAN?
Dicen los abogados: “quien puede lo más, puede lo menos”.
Un sistema político diseñado para ser maniobrado por un factor central, no enfrentará grandes desafíos para imponerse –no sin jaloneos, unos más estridentes que otros– y ejercer la potestad que la Ley confiere al Ejecutivo estatal.
Villarreal Anaya, llega en el mejor momento; para él y para los tamaulipecos
A todas esas consideraciones históricas y políticas, suma el gobernador electo, su mayor divisa: la legitimidad y la fuerza política-moral, que le dan los 730 mil tamaulipecos que le extendieron su voto de confianza en el púlpito de la democracia: la urna electoral.
Tamaulipas, ya cambió.
Y se ve: será para bien.

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