El gobernador de Victoria

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

El gobernador ¿de Tamaulipas?, Américo Villarreal Anaya, participó en una conferencia de prensa en la capital del Estado. El tema que prevaleció en ese encuentro con los comunicadores de Victoria, fue el del agua, del acueducto que requiere la capital para garantizar el suministro del agua que consumen sus habitantes.

La rueda de prensa se llevó a cabo en Ciudad Victoria, al igual que las otras tres o cuatro, que con periodicidad semanal ha convocado el gobernador. La mayoría de los asistentes, periodistas, residen en la capital. La agenda dominante, como es lógico, son temas de la capital. Los temas que se abordan son de interés, porque afectan o benefician, en pasado, presente o futuro, a la capital.

El gobernador victorense está cómodo en la ciudad que reside. Se pasa la mayor parte de su tiempo en la capital. Su quehacer está muy vinculado a la capital. Su día a día es en Victoria, desde Victoria, para Victoria, con los de Victoria.

En su primer mes como gobernador ya les organizó a los victorenses una «feria estatal», una exposición de dinosaurios y un festival de cine.

Esa agenda preferencial para la capital, y en consecuencia omisa e injusta con el resto del Estado, los beneficiados, los victorenses, argumentan que es «normal», que ya les toca, que su ciudad merece esa compensación, porque el gobernador anterior los odiaba. También dicen que esa preferencia, evidente para quien lo quiere ver, es un invento de quién escribe, motivado también por un odio a Victoria.

En el inicio del sexenio, Américo Villarreal Anaya, ha probado que como gobernador de Tamaulipas, pinta para ser un buen alcalde de Victoria. En la provincia del norte, acá donde los votantes le dieron el triunfo, «ni lo vemos ni lo oímos», como dijo Carlos Salinas, o «ni apesta ni hiede», como afirma el dicho popular.

Que su hijo actúe como heredero al trono del Reino del Nuevo Santander y que sostenga reuniones con los súbditos, e incluso con las autoridades de elección popular, no cuentan como presencia y atención del señor de Victoria.

Que alguien le avise al señor de Victoria que el sur también existe, y el norte, y el este, y el oeste.