Congreso del Estado

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

Mes tras mes, los diputados del PAN, y los que llegaron al cargo con las siglas de morena – PT y PVEM, pero se dieron la vuelta en un «dayme» y se pintaron de azul, recibían doscientas mil razones para permanecer en la fracción parlamentaria del PAN, durante el sexenio vacuno.

Además de los argumentos (en) efectivos para mantenerse fieles al gobernador vacuno, los legisladores recibían: espacios en el gobierno para sus recomendados, vehículos, choferes, asistentes, asesores, buena prensa, bonos en los casos especiales, apapachos y atenciones del gobernador y de todos sus colaboradores.

En contraste, el gobierno austero de la «cuatrote», pretende que los diputados «se comprometan con el movimiento», se ajusten los salarios y los gastos, para estar a tono con la prédica obradorista y acaten la línea del Ejecutivo, por puritita convicción y amor al arte.

Si en tres meses no han podido asumir el control del Congreso del Estado y lograr la mayoría calificada que se requiere para revertir las reformas que ordenó la Vaca Salvatrucha para prolongar su poder, su influencia y sus negocios, es evidente que las estrellitas en la frente y los exhortos a hacer el bien, no son suficientes para operar en el Congreso.

¿Quién está fallando?

Es evidente que alguien no está haciendo su trabajo.

Desde el Poder Ejecutivo, el encargado formal de llevar la relación con el legislativo, Rómulo Perez, está ahí en calidad de becado, colocado por su amigo el «El orgullo de mi nepotismo» Villarreal Santiago, para ser sus ojos y oídos en la secretaria de gobierno, pero sus (escasas) luces no le dan para atender esas tareas.

La Consejera jurídica, Tania Contreras, aunque le sabe al tema, porque lleva años en la farándula política y porque fue Secretaria general del Congreso, en la legislatura que constituye el núcleo del grupo político Carmonista, no ha podido, o no ha querido, lograr la mayoría. ¿Qué compromisos tiene con la Vaca Salvatrucha?

Si la líder del grupo parlamentario de morena, diputada Ursula Salazar, difícilmente logra consensos con los que se han mantenido fieles a su grupo, no se le puede pedir que convenza a los que pertenecen a otra fracción, para que cambien de camiseta. La sobrina «desconocida» por el presidente, ha aplicado la filosofía de primero mis dientes y mis parientes, en la relación con el Ejecutivo del Estado, pues si a sus diputados les ha tocado el modelo juarista de «ajustarse a la honrosa medianía que les depara el servicio público», la legisladora tampiqueña ya aseguró otra entrada a su hogar, que (supongo) aporta su esposo, el flamante rector de la Universidad Tecnológica de Altamira.