Tamaulipas: Elección sepulta mitos

Opinión

La lección de la elección del pasado domingo 19 de febrero en que los tamaulipecos elegimos a un Senador de Mayoría en una contienda extraordinaria, tiene muchas aristas, pero todas muy fuertes y contundentes.

Empiezo por el bajo nivel de participación.

Fue muy raquítico, ronda en el 21 por ciento de la lista nominal del padrón de Tamaulipas, que está compuesto por 2 millones 739 mil 835 ciudadanos.

Cierto que una elección exclusiva de Senador de la República organizada en forma emergente no tiene la motivación que otra en la que están en juego alcaidías, gubernatura o presidencia.

Pero no debe ser pretexto para que se registren participaciones de este nivel.

Falló el todavía todopoderoso INE, que fue el responsable de la organización de la elección.

Nunca apareció con el protagonismo que le caracteriza su presidente Lorenzo Córdoba o los consejeros abordado el tema de ésta elección.

El compromiso de la máxima publicidad para la jornada electoral tamaulipeca no se cumplió a cabalidad.

Tampoco se vio una coordinación estrecha con el Instituto Electoral de Tamaulipas, que conoce mejor el territorio y los actores para una organización más eficaz.

Fallaron también los partidos políticos. A pesar de ser una elección de un cargo federal, poca presencia hicieron los líderes nacionales en las campañas.

Incluso fue poca la asistencia de los dirigentes estatales de los partidos a los actos de campaña de los candidatos.

Tampoco presentaron al electorado los mejores candidatos, acción que redujo el interés comunitario.

Y lo más lamentable, fallamos los ciudadanos. No hemos comprendido que la buena política, los buenos actores, los buenos gobiernos, empiezan con la acción de los buenos ciudadanos. Con la apatía, indiferencia y ausencia de la sociedad en las decisiones importantes, los resultados y soluciones son mediocres.

La triste numeralia de la jornada

Los números no mienten, son fríos y reflejan en trabajo del INE, los Partidos, los candidatos y la ciudadanía.

Aunque estos finalmente se atribuyen a las marcas o nombres que aparecen en las boletas electorales, son indicadores generales de lo que somos como sociedad política.

El avance del Sistema de Resultados Preliminares del INE a las 5:01 horas de este lunes 20 de febrero reflejaban lo siguiente.

Se habían contabilizado 4 mil 560 de las 4 mil 778 casillas electorales, un 95.46%.

La votación total emitida era de 560 mil 179 sufragios, que representan apenas el 21.53% de la lista nominal del padrón electoral de Tamaulipas.

Se habían anulado 14 mil 647 votos (2.62%) y 460 votos eran de candidatos no registrados.

La ventaja era para Morena-PT que postuló en coalición a José Ramón Gómez Leal, con 399 mil 747 votos, equivalente al 71.36 de los emitidos. Una ventaja ligeramente mayor de 3-1 sobre el segundo lugar.

En tanto que la Alianza PAN-PRI-PRD que postuló a la panista Imelda Sanmiguel Sánchez, tenía 123 mil 398 votos, el 22.02 de los emitidos.

Y finalmente, el candidato del PVEM, Manuel Muñoz Cano, 21 mil 900 votos, un 3.91% de los emitidos.

Se derrumban mitos políticos, todos pierden.

Aunque la autoridad electoral tendrá que decretar un ganador a pesar de la raquítica votación, pues la legislación es laxa y no obliga a que cuando menos el ganador llegue a un 33% del padrón, la cruda realidad es que todos pierden.

En la más reciente elección del 5 de junio del 2022 ( de gobernador), los partidos tuvieron los siguientes números.

Morena-PT-PVEM fue el ganador con 730 mil 864 votos. Hoy apenas rebasará los 400 mil.

El gran perdedor en la alianza PAN-PRI-PRD, ya que de 642 mil 433 sufragios se desploma a solamente 123 mil 398 votos ( corte a las 5:00 AM del 20 de febrero), es decir, pierde más de 500 mil sufragios.

Y los pobres resultados tumban mitos

El gran perdedor de la elección de este 19 de febrero, es el Grupo Panista en el Control de ese instituto político, el PAN, identificado como «El Cabecismo», pues lo dirige el ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, su hermano el Senador de Primera Minoría Ismael García Cabeza de Vaca y seguidores, entre los que figuran el Diputado Federal Plurinominal Gerardo Peña Flores y el dirigente estatal, Diputado Local plurinominal Luis René Cantú Galván.

Con esta estrepitosa derrota se acaba el mito del Grupo Cabecista y el presunto liderazgo del exgobernador.

A pesar de que intentarán retener los controles azules, el bajón que registran con la débil candidatura de Imelda Sanmiguel Sánchez, allana el camino para que resurja el panismo tradicional tamaulipeco.

También se cae el mito de las estructuras morenistas de José Ramón Gómez Leal. Fueron otras estructuras las que dieron el mayor número de los sufragios que le dan el contundente, pero raspado triunfo.

Fue la marca partidista y la esperanza de que éste naciente gobierno morenista que preside Américo Villarreal Anaya, restaure las políticas públicas que impulsen el desarrollo de la entidad y su economía.

También desaparece el mito de que el Partido Verde Ecologista de México, tenía una estructura en las principales ciudades y que ésta respondía al llamado de su ex dirigente, Manuel Muñoz Cano, investido como candidato para erigirse como segunda posición en la contienda. Los votos, difícilmente le alcanzarán para la alcaldía victorense o una Diputación Local.

Y también desaparece el mito de las estructuras del PRI, otrora poderoso partido político, pues de la mano del PAN-Cabecista, si no toma su distancia y decide caminar solo, corre el riesgo de la desaparición, pues podría hasta perder el registro. Imperiosa la tarea de reconstrucción para los auténticos priistas y liderazgos naturales que todavía existe, pero se mantuvieron al margen de la riesgosa aventura de amoríos azules.

Finalmente, también se desdibuja el INE como el gran organizador de procesos electorales confiables y de niveles aceptables de participación, que en promedio rebasan el 50 porciento.

Vaya decepción que resultó la contienda en lo general.

Confío que después de esa cruda realidad, todos los partidos empiecen su reconstrucción de cara al 2024, que está a la vuelta de la esquina.

Y que la ciudadanía sea más participativa, que tome el control, para sanear a los partidos y a la propia política.

De otra forma iremos de mal en peor.

Es el tiempo de la ciudadanía.

Tiempo de dignificar a la política, para tener políticos dignos.

Salvo su mejor opinión, amigo lector.

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