AL VUELO/ Por Pegaso 

Opinión

Mula

La mula no era arisca, los palos la hicieron, reza el conocido adagio, refrán o dicho popular. 

Durante décadas, los medios nacionales, El Unimersal, El Norteado, Retorna, Telerisa, Tele Aztuerca y sus más conspicuos personeros, como Jacobo Chancludovsky, Loret de Mula, El Teacher López Bóriga, Aduela Micha, Trozo el payaso Cochambroso y decenas de corruptos, chayoteros y neoliberales comunicadores más, tundieron un día sí y otro también al actual Pejidente ALMO, en completa complicidad con el sistema político priísta y panista. Tanto así que llegó a acumular un odio visceral contra todos ellos. 

Dicen que la venganza es un platillo que se disfruta mejor frío, y con el paso del tiempo, el cabecita de algodón llegó a ser el Jefe Supremo de la Nación y con ello, a poseer un inmenso poder. 

Pero como dice la película de “El Hombre Araña” (Spiderman, por su nombre en inglés. Estrenada en 2002. Director: Sam Reimi. Protagonistas: Tobey Maguire, Willem Dafoe, Kirsten Dunst, James Franco, Cliff Robertson y J.K. Simmons), todo gran poder implica una gran responsabilidad, pero pienso que al Peje del Ejecutivo no le ha caído el veinte y solo se ha dedicado a dividir al país en lugar de gobernar para todos los mexicanos. 

Una vez en la Presidencia, en el 2018, quitó los jugosos convenios o contratos que los medios nacionales tenían con el Gobierno Federal. 

Los angelitos se llevaban millones de pesos mensuales, más los chayotes que recibían de las distintas dependencias. 

Un conductor de televisión, de programa de radio o director de periódico de la capirucha, si no se hacía rico era por pendejo, porque dinero había a raudales tanto con gobiernos del PRI como del PAN. 

Pero llego ALMO y les partió la mandarina en gajos. Una venganza dulce, dulce para su gran ego. 

Con el paso de los años, ya sin los convenios con la Federación, los medios nacionales se refugiaron en los Estados y éstos canalizaban parte de sus recursos hacia ellos, en detrimento de los locales.  

Sin ir más lejos, el ex gobernador panista Fra…, perdón, el Innombrable, pagó miles de millones de pesos a medios capitalinos, mientras que a los locales les escatimó los pagos hasta el último segundo de su mandato. 

De eso se dio cuenta el viejito, y por ello, para quitarles también ese recurso, ideó el Plan B y emitió un decreto para reformar la Ley de Comunicación Social, donde solo se concede el 0.1% del presupuesto para difusión en los medios. 

Todo estaría bien. Quizá los mismos medios nacionales se lo buscaron por sus excesos, por seguir consignas del viejo sistema para entorpecer la llegada del llamado Gobierno de la Cuarta Transtornación al poder pero, ¿por qué ensañarse con los medios de provincia?¿Por qué agredir de esa manera a los periodistas de a pie? ¿Qué le hicimos nosotros? ¿Por qué empobrecer a miles de familias de comunicadores que solo trabajan en lo que saben hacer? ¿Por qué dar marcha atrás a la democratización de la información? ¿Quiénes cubríamos sus giras provincianas, a veces esperando hasta por varias horas para poder entrevistarlo? 

Pero ya hay una luz al final del túnel. La Suprema Corte de Justicia de la Nación dio entrada al recurso de inconstitucionalidad promovido por partidos políticos y diputados, y por lo pronto, ya en algunos Estados donde hay elecciones se suspendió la aplicación del decreto. 

Estoy de acuerdo en que es necesaria una reglamentación, porque hasta hace poco tiempo, el presupuesto para Comunicación Social de la Presidencia de la República se destinaba en más del 90% a alimentar a los pantagruélicos medios nacionales de comunicación, y a nosotros, los de provincia, pequeñas empresas periodísticas que también pagamos impuestos, muchas de ellas portales informativos, podcasts y sitios web, no nos llegaba ni el olor. 

Que llegue esa lana a todo el país, que se democratice y no se siga usando más ni como instrumento para golpear a opositores del régimen, ni como medio de castigo. 

A final de cuentas, la información que generan los Departamentos de Comunicación Social tienen que obedecer a un principio de máxima publicidad, donde el trabajo de miles de periodistas y empresas de comunicación escrita, electrónica y digital hacen más fácil que llegue el mensaje a la ciudadanía. 

Termino con el refrán con el que inicié, pero al estilo Pegaso: “La acémila no fue huraña, los golpes propinados con un trozo de madera provocaron dicha condición”. (La mula no era arisca, los palos la hicieron).

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