UNA LABOR HUMANISTA DE PARAMÉDICOS DE CRUZ ROJA

Portada Reynosa

Por Hugo Reyna/ EL SINODAL DE TAMAULIPAS

Reynosa, Tamaulipas.- Para ellos la sensación de lanzarse a patrullar las calles a bordo de la ambulancia en respuesta a llamados de emergencia, es como aventurarse a nadar en aguas desconocidas, en donde tienen la certeza de zambullirse en aguas apacibles o infestadas de tiburones, pero el desafío entraña sus cosas agradables, como es la de rescatar a quien está enfrentando el dolor en un accidente o aquellos que por mano de otros enfrentaron episodios violentos, pero también de extrema crudeza como ver vidas humanas que se pierden sin nada que hacer.

Recién se conmemoró el Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna, fundada por Henry Dunant en Ginebra Suiza el 17 de febrero de 1863, es un organismo neutral y humanitario con presencia en 191 países del Mundo.

En Reynosa hay historias extraordinarias de paramédicos de la Cruz Roja que laboran en turnos de 24 horas y en donde cada jornada es como un premio al azar, puede ser un día apacible o tan agitado como una tormenta en las calles de la ciudad que nunca duerme-ni siquiera bajo el asedio de una Pandemia-.

Juan Mendoza y Samantha Reyes, son dos paramédicos especializados, el primer con una carrera de 8 años y la segunda con apenas 4 años, pero la adrenalina los atrapó y hoy admiten no aceptarse en otra parte que no sea al frente de un equipo de rescate y auxilio pre-hospitalario.

Ambos están entregados a su profesión y reconocen que ser paramédicos cambio sus vidas, Samantha refiere que siempre sintió la necesidad de ser parte de esta ambiente, en donde nada está comprometido ni seguro.

Salir en su turno a bordo de la ambulancia es una experiencia inexplicable y reconoce que siempre lo hace consciente de la responsabilidad de su trabajo y que en sus manos puede estar la diferencia entre la vida y la muerte de alguien.

Juan Mendoza, se siente motivado por su labor realizada durante estos años, su experiencia lo ha llevado con su compañera Reyes a viajar a Houston Texas para apoyar a las familias damnificadas por las inundaciones de mediados del 2017, así como el Huracán “Ingrid” que azoto en la Isla de Puerto Rico.

Las horas de su turno de 24 horas transcurren en una pequeña sala de descanso, apenas un mueble ampliamente usado, una pequeña televisión y un camita que apenas y brinda descanso, mientras “no sale nada” es el espacio que comparten los paramédicos de la Cruz Roja.

Siempre alertas y atentos, no descansan del todo, saben que allá aferra en las calles y colonias de la ciudad, en cualquier momento se puede recibir la ansiada llamada de auxilio y entonces saldrán prestos rumbo a su destino.

“Me ha cambiado la vida, es algo único que no cambiaría por nada, claro he tenido muchas experiencias agradables, y aquellas tristes y dolorosas las dejamos aquí en el trabajo y no las llevamos a casa, cuando me quito el uniforme de paramédico soy una persona cualquiera”, afirma, Juan Mendoza.

Samantha Reyes, advierte, que la labor de los paramédicos es poco comprendida y reconoce que con frecuencia se olvida de que ellos son humanos también con las mismas debilidades y temores que cualquiera, pero con la diferencia de que ellos dedican sus vidas a salvar la de otros a costa de la de ellos.

“Ser paramédico es algo extraordinario, me gusta mi labor y prepararme ha sido un camino difícil, es pesado, pero la recompensa llega cuando estoy en condiciones de poder salir y ayudar en la vida de alguien, damos todo nuestro esfuerzo por ellos que no lo olviden’, asentó.

Y así la labor de estos paramédicos se queda nuevamente en el manto del anonimato, vuelven a ese sitio alejado de la atención y el conocimiento de los demás, pero todos pueden estar tranquilos y con la esperanza de que en cualquier momento aparecerán dispuestos a seguir en esa línea del filo del dolor y la alegría.