¿Magaly Deandar al senado?

Opinión

Por Oscar Diaz Salazar

Hace tiempo les comenté sobre un libro muy interesante en el que se explicaba el concepto de “legitimidad”, que en una muy breve y ranchera interpretación mía, es la aceptación que le otorgan (o le niegan) los gobernados, a sus gobernantes, en cuanto a su derecho a gobernar.

En la antigüedad, la legitimidad se construía y se mantenía a favor de las familias reales. Eran los individuos pertenecientes a la realeza, a un selecto grupo familiar, los que podían y deberían gobernarnos, porque así lo indicaba la costumbre y porque así lo imponía la religión.

La aplicación del concepto la vimos muy recientemente en Tamaulipas, en el proceso que llevó al gobernador Américo Villarreal de su consultorio, -personal y de una institución de salud pública-, a un escaño en el Senado de la República y de ahí a la gubernatura.

En su camino a la esquina del poder, del Palacio de Gobierno, al doctor Américo Villarreal le criticaron por los personajes que lo acompañaban, dudaron de su capacidad y carácter para enfrentar el problema de la inseguridad, señalaron su experiencia única en el tema de la salud, pero no leí, ni escuché, que alguien regateara su derecho a gobernar. Nadie se mostró sorprendido por la candidatura que le ofreció morena y coaligados, al senado, ni al gobierno de Tamaulipas.

Se veía, se vio y se ve “natural” que un hijo de un gobernador, aspire también a ser gobernador… claro, cuando ya transcurrieron los años para que no parezca una sucesión hereditaria de inspiración monárquica.

Veo que ya me extendí en los párrafos iniciales en los que quería hablarles de la “legitimidad”, a manera de introducción, para decirles que ese concepto me vino a la mente cuando leí que la diputada local Magaly Deandar había respondido, a quien le preguntó, que si le interesa participar en el proceso para definir la candidata al senado de la república, para la elección del 2024.

Como miembro de una familia ligada a los medios de comunicación y la política, a Magaly Deandar no se le regatea que pretenda un cargo de elección popular. Podrán criticarla por diversas razones, pero creo que nadie mostrara asombro al enterarse que busca un cargo público. Esto es que tiene legitimidad y que la gente aceptaría ser gobernada por ella.

Desde luego que eso de la legitimidad no es un asunto acabado de una vez y para siempre. Hay políticos que iniciaron sin legitimidad, como Carlos Salinas a quienes amplios sectores del país lo veían como espurio, producto de un fraude, pero se legitimaron en el ejercicio del poder y del cargo.

Regreso una vez mas con Magaly Deandar para decirles que tiene legitimidad, que se siente natural su aspiración, y que no fue poca cosa mantenerse firme en su grupo parlamentario, cuando la Vaca Salvatrucha aplicó a rajatabla la política del garrote y la zanahoria, para cancelar en los hechos la mayoría legislativa que los ciudadanos le otorgaron a morena, pero que a golpe de cañonazos dirigidos a políticos traicioneros, mantuvieron los panistas.

Luego de tanto divagar, concluyo afirmando que la participación de la diputada Magaly Deandar, en el proceso para seleccionar la candidata al senado, enriquece la contienda interna y le pone sabor a la carrera.

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