La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

La canonización de Geño

El PRI tamaulipeco, va de mal en peor. Sus principales liderazgos, no saben pelear o regresarse a avisar. Hace unos días, el líder formal del tricolor, Carlos Solís Gómez y uno de sus más macizos dirigentes -el diputado, Edgar Melhem Salinas- tuvieron la osadía de publicar una fotografía en donde sonrientemente festinaban el regreso a la vida libre del ex gobernador, Eugenio Hernández Flores.
¿Tiene algo de malo, presumir una fotografía con un cuate?
No.
De ninguna manera.
A menos que ese compañero de partido tenga cuentas pendientes con la justicia -de USA- y esté en permanente amago ante un proceso de extradición, por diversos crímenes de altos índices de gravedad.
No estoy muy seguro, pero después de esa fotografía -reciente, muy reciente- tanto Carlos como Edgar, deberían tener cuidado al pasar por los puntos de migración texanos. Si por una palabra mal utilizada en redes sociales, usuarios de FB y la X, han sido retenidos e interrogados escrupulosamente, imaginemos lo que podría pasar si en el chequeo aparece en la pantalla de la Migra, esa paletosa foto.
Por supuesto que cualquiera puede tomarse gráficas con quien desee. Sólo que en el caso que nos ocupa, uno y otro amigo de Geño tienen altas representaciones políticas, partidistas.
Probablemente para algunos ciudadanos, el gesto muestra una entrañable cercanía entre la mencionada tercia; lo que realmente refleja, es un intento -infructuoso, creo- de concitar simpatías para el PRI que en la región está en situación terminal.
Carlos y Edgar, se esfuerzan por normalizar, descriminalizar a un correligionario que no pasó gratuitamente más de cinco años en prisión y a un compañero de partido, que es buscado por los sabuesos norteamericanos para que pague una cauda de movimientos financieros ilícitos que el ex gobernador y socios, llevaron a cabo en varias ciudades texanas importantes.
El tricolor, ha jurado una y mil veces que ha cambiado; a juicio de Beatriz Paredes, han aprendido del pasado y algunos otros personajes tricolores han derramado lágrimas pidiendo disculpas a los mexicanos. La conducta de los dirigentes priistas referidos, los ancla en un pasado que sigue afectando en su carga ética y los mantiene en el sótano de las preferencias ciudadanas en la región.
Por más que se diga lo contrario, Geño no puede ser tratado -a menos que se intente demoler totalmente al institucional- como un activo partidista. Tratarlo como un prócer, acarrea más lodo y desprestigio al priismo local.
No es invención: las indagaciones de la justicia, han mostrado a plenitud los excesos del ex gobernador victorense.
¿Hizo millonarios a múltiples socios?
Sí, así fue.
¿Trató como príncipes a sus amigos?
Efectivamente.
¿Se pueden capitalizar políticamente, esas generosidades de Hernández Flores?
No se ve cómo.
Por más que Edgar y Carlos, lo intenten.
El problema no es la foto.
Lo cuestionable, es su publicación en el gigantesco escaparate de las redes sociales.
Probablemente, la canonización política de Geño por parte de algunos sectores del priismo tamaulipeco, se explica por esa laxitud con la cual se juzga a tanto ex gobernador cleptómano en la época del PRI dominante, quienes hicieron lo que les vino en gana con los presupuestos de las entidades que gobernaron.
Es más: todavía debemos lo que se llevaron.
Sólo falta, que Carlos y Edgar, encabecen el comité de recepción y de festejos, para vitorear a Tomás Yarrington cuando regrese victorioso y feliz a su Matamoros querido.