El Congreso sigue igual… de mal

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

La misma película, con los mismos actores, pero con los papeles invertidos, pues los villanos de ayer, se dicen ser las víctimas de hoy, y acusan a los que fueron sus víctimas de convertirse en victimarios. Eso es lo que percibo al ver la sesión de la Comisión Permanente (o tal vez de una comisión ordinaria, el detalle es irrelevante para el comentario de hoy) del Congreso del Estado.

El intercambio de acusaciones, indirectas, muy directas, recuerdo de episodios de probable corrupción, interrupciones, oídos sordos, falta de respeto, diálogos (no permitidos) y quejas por no respetar el reglamento, son constantes durante todo el desarrollo de la sesión.

Los diputados panistas que hoy se quejan por las «trampas» que hacen los de morena, se tienen bien merecido ese trato, que no es más que la reciprocidad del grupo mayoritario actual, con el trato que ofrecieron los albiazules cuando controlaban el Congreso.

Los que hoy se duelen porque no se respeta el proceso legislativo, porque se mayoritea, porque se discuten y votan asuntos que no estaban agendados por la Junta de Gobierno, los que acusan al grupo mayoritario de ser subordinados del Poder Ejecutivo, los que reclaman el respeto a la soberanía del Poder Legislativo, se tienen bien merecido ese trato, pues fue el mismo que ellos ofrecieron cuando las circunstancias les favorecieron.

Pero si bien los diputados de la fracción parlamentaria de Acción Nacional se merecen una sopa de su propio chocolate, y si se ganaron a pulso recibir lo que antes dieron, también es cierto que los tamaulipecos no merecemos esa actuación de nuestros representantes populares.

Malos los panistas que en el primer año de la legislatura, y último del cabezato, convirtieron en Ley de Herodes (de la película mexicana) la Constitución de nuestro Estado y un montón de Leyes que «manosearon», como malos son los del grupo parlamentario de morena cuando devuelven la copa y actúan de manera tramposa y arbitraria.

En el Congreso del Estado se repite la misma función, trabajan con la delicadeza de un orangután y siguen siendo subordinados del Ejecutivo… en turno.