El güiro

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

El muchacho enamorado de esta historia, quiso demostrarle su amor a su Dulcinea, al estilo de los clásicos, llevando serenata hasta su balcón.

Él inmenso amor que sentía por su amada, era inversamente proporcional al dinero que tenía en su cartera, más de cualquier manera se acercó a la plaza donde esperaban ser contratados los músicos.

Al preguntar el costo de una serenata, con cinco canciones, más un par que se reserva para el pedido de la homenajeada, el enamorado de esta historia escuchó los siguientes presupuestos:

Con cinco violines, dos guitarras, un requinto, un bajo sexto, una flauta, pandereta, mandolina, cinco instrumentos de viento, cuatro percusiones y el güiro, el costo es de treinta mil pesos.

Al pedir que mejorarán la oferta, cancelando la participación de varios músicos, el nuevo presupuesto fue así:

Con tres violines, una guitarra, un bajo sexto, dos instrumentos de viento, dos percusiones, y el güiro, el costo es de quince mil pesos.

Al solicitar una opción más económica, la propuesta fue en estos términos:

Con un violín, una guitarra, un bajo sexto, una trompeta, un tambor y el güiro, el costo es de cinco mil pesos.

Al requerir un nuevo ajuste a la baja, el planteamiento fue:

Con una guitarra, un bajo sexto y el güiro, le cuesta dos míl pesitos.

Cuando sintió el enamorado que si podría llevarle «gallo» a su enamorada, porque ya estaba muy cerca de su capacidad económica, se atrevió a proponer ¿Y si le quitamos el güiro?

A lo que el músico respondió: ¡eso no es posible, porque el del güiro soy yo!

Este chiste que cuenta el abogado Armando Charles Lumbreras, con la gracia debida para arrancar una sonrisa y permitir la reflexión respectiva, viene al caso con el tema de la segunda línea del acueducto de Victoria, que se ha convertido en el güiro que a fuerzas debe escucharse en el debate público de los tamaulipecos, o de los victorenses que administran el presupuesto estatal, para el disfrute y provecho de los victorenses.

Las crisis del agua que padecemos en otros municipios de Tamaulipas, porque no hay, o porque hay mucha (pluvial) o porque habiendo no existe la capacidad de manejarla, se ha resuelto de múltiples maneras, con inversiones, esfuerzos y obras de los gobiernos locales, que han tenido que actuar e invertir, y que no se han sentado a esperar que la federación o el Estado les resuelva sus problemas.

Para no quedarme en generalidades o abstracciones, les comento que en Reynosa se han hecho grandes inversiones para construir, equipar y operar tanques de almacenamiento (de acero vidriado), en los que se acopia agua durante las horas de menor demanda (por la noche) y que durante el día ayudan a regularizar el abasto del líquido vital.

La topografía de la capital del Estado, permite colocar o construir tanques de almacenamiento en las zonas más elevadas, para regular la distribución en las horas de mayor demanda.

Este propuesta puede (y debería) ser debatida, pero no existe este debate, ni la reflexión sobre las diversas maneras de remediar el déficit de agua que tiene Ciudad a Victoria.

Los del güiro se aferran a una única solución, que es la construcción de la segunda línea del acueducto, y para eso se atienen a la simpatía del gobernador con este proyecto, pues como cualquier hijo, le gustaría repetir los éxitos de su padre.

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