La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

Marcelo y Camacho

Marcelo Ebrard, ha dejado de ser lo que fue. Los titubeos y su actitud inconforme por el proceso interno para la elección de la corcholata presidencial, lo debilitaron y lo distanciaron con el factor fundamental de la política mexicana: Andrés Manuel López Obrador.
Tensó la cuerda al máximo; su estrategia, contemplaba, incluso reponer el proceso. Para ello, visualizó poner en manos del Poder Judicial de la Federación -y su brazo electoral- sus impugnaciones.
Grande el riesgo.
Involucrar un ente justiciero (¿?) que tiene una pública ojeriza contra el presidente, en un asunto tan trascendental para la IV T, despedía un tuvo de traición contra el lopezobradorismo.
No pasó a mayores el enfado de Marcelo.
El Tribunal Federal Electoral, desestimó las quejas de Ebrard.
Una coyuntura que se caracteriza por el repudio de buena parte de la sociedad contra los Magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la debacle evidente como objetiva de Miss Gelatinas y la escasa presencia en el país del MC, dejó sin armas para presionar al ex Canciller.
Ni el PRIAN ni el MC, son opciones competitivas para el enfadado Marcelo.
¿Qué futuro político le depara a Ebrard?
Por ningún lado, se le ve un porvenir luminoso.
1.- Decidir por sumarse al PRIAN, como candidato de reemplazo por Xóchitl Gálvez, toda vez que la ingeniera plagiaria fue desinflada por sus propios excesos anti-éticos y sus propios desvaríos deshonestos, sería una discutible decisión. Confrontar desde la derecha a la candidata de MORENA -Claudia Sheinbaum- apenas lo llevaría a subir algunos dos o tres puntos, de los 30 -viéndolo optimistamente- que todo candidato conservador tendría que remontar para derrotar a la ex jefa de la CDMX.
2.- Adherirse al MC, sería un pacto desastroso para el ex jefe de gobierno de la CDMX. Los naranjas, apenas cuentan con un 7 por ciento de simpatías en la disputa por la presidencia de la república. Por esas circunstancias de la vida, el atavío de Ebrard de naranja, ayudaría a Claudia toda vez, que se infiere -por su presencia en la clase media mexicana- erosionaría la clientela electoral del prianismo.
3.- Intentar regresar a MORENA, para buscar acomodo en el gabinete de Sheinbaum, sería como formarse en la cola de la fila. Quemó el capital político, con el que contaba hasta antes de la lucha interna por la candidatura. Dilapidó de igual forma, la confianza que la IV T depositó en él todo el sexenio de AMLO.
¿Se sentiría cómodo en el gabinete de Claudia, un Marcelo que minimizó las cualidades para gobernar de la doctora?
Marcelo, incineró en unos meses, todo el prestigio y el respeto que había acumulado en años en MORENA.
Tras los resultados de las encuestas que llevaron al triunfo a Sheinbaum, Marcelo se ve como el gran perdedor. Si a Adán Augusto López le ganó la ambición, la soberbia hundió al ex Canciller.
Pretendió, sumir en la ingobernabilidad a MORENA con sus amagos.
Hizo mal sus cálculos.
De los 150 diputados federales que los seguían y prometieron seguirlo en su proyecto, quedaron muy pocos a su lado; de los centenares de dirigentes de MORENA que le juraron amor eterno, se pueden contar con los dedos los que siguen guardándolo en su corazón; de un importante bloque de senadores que le aseguraron seguirlo hasta la ignominia, la mayoría se retractó.
Enrique Márquez Jaramillo, compañero de Marcelo en el esfuerzo de hacer presidente de la república a Manuel Camacho Solís, escribió el libro “Por qué perdió Camacho”.
Interesante texto.
Ebrard, si lo leyó, no lo entendió.