La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

Tras un largo año de parálisis, la Dirección de Cultura (DC) de la IV T tamaulipeca, dio señales de vida. Se sacó de la manga -más por lambisconería, que por la articulación parte de un proyecto cultural en la región-, el Festival de la Costa del Seno Mexicano (FCSM). La intención de barbear al gobernador Américo Villareal Anaya, hizo a la titular de aquella institución, rememorar al ex gobernador Américo Villarreal Guerra, con ese evento nacido en la administración del ingeniero.
El FCSM, fue ideado por un potente -irrepetible hasta ahora- grupo de promotores culturales encabezado por Blanca Anzaldúa Nájera, quien fue responsabilizada por AVG, para encabezar la DC de su administración.
El equipo de Anzaldúa Nájera, no ha sido superado -ni cuantitativa ni cualitativamente- por las subsiguientes dependencias culturales gubernamentales. Estaban ahí: el escritor tampiqueño, Juan Jesús Aguilar; el artista plástico, Arturo Medellín Anaya; el poeta jaibo, Arturo Castillo de Alba, el comunicólogo Clemente Castro y el dramaturgo riobravense, Medardo Treviño González.
Puro garbanzo de a libra.
Ofende -e indigna- la comparación, de los responsables de la cultura que operaron en el gobierno del ingeniero Américo, con las personas que hoy tutelan el aparato cultural de la VI T del doctor Américo.
En aquel tiempo, el área gubernamental, conocía las dinámicas de la creación y de la promoción artística y cultural.
En estos tiempos, es hasta penoso reseñarlo: quienes representan el rubro institucional de la Cultura, son tan menores que hasta sus nombres escapan a la memoria.
¿Cómo se llama la Directora de Cultura del GOBTAM?
¿Ha hecho algo diferente en su vida, más que encender pinos navideños en su natal Altamira?
¿Cual es el nombre de la Secretaria de Bienestar de la IV T, y cual ha sido su principal acierto al frente de esa dependencia?
El FCSM, es una mala caricatura de lo que fue hace décadas.
Hoy, tiene como ingrediente medular, el espectáculo, la entrega de funciones artísticas y la exposición de cantantes -algunos de buena calidad-.
La Cultura, ha sido uno de ingredientes de la política social, que fue soslayada en Tamaulipas por 30 años. En efecto: todo el periodo neoliberal en la región. Como hoy, en esos cinco sexenios, se privilegió el show sobre proyectos de creación y potenciamiento de creadores.
La literatura, la pintura, la dramaturgia, las artes plásticas, fueron olvidadas como espacios para el patrocinio estatal. (Se pagaba una millonada para traer a premios nobel de Literatura -Mario Vargas Llosa- a dar una plática a Tampico, pero se regateaba invertir para la creación de talleres de Lectura y Escritura. Se erogaban millones de dólares para traer a un famoso tenor de talla mundial, y se pichicateaba para instalar una pequeña escuela de cantantes de ópera).
Lo grotesco es, que la IV T siga operando gubernamentalmente con esa óptica y con esa praxis. Visualizar la Cultura como una responsabilidad secundaria de los gobiernos, es una concepción neoliberal; creer, que son gastos irrecuperables el presupuesto para el impulso a la producción de los creadores, es un pensamiento de lo más conservador.
Cierto: no es sencillo, estructurar una política cultural progresista. Por esa razón, al frente de los brazos gubernamentales responsables de esa tarea, tienen que ser los ciudadanos de mayores perfiles como promotores y creadores.
Hasta hoy la IV T tamaulipeca, donde más pasivos ha mostrado es en la Cultura.
Tenemos varios referentes: el proyecto cultural priista; el programa cultural panista y en los tiempos actuales, la propuesta cultural morenista.
¡Diablos!
¡Son trillizos idénticos!