La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

La sociedad tamaulipeca, cada día se diversifica más. Su pluralidad se expresa, en una forma transversal, con todo y sus patológicos síntomas. En este año electoral, en ciudad Victoria, emergieron dos manifestaciones concretas de ese fenómeno sociopolítico: Jorge García, empresario capitalino que aspira a la presidencia municipal de la capital y una precandidata por la vía independiente a la presidencia de la república -la llamaremos la Señora Y, para evitar ser acusados de violencia de género, y porque ya existe la Señora X; o séase: Miss Gelatinas-.
Tico García, inicialmente, desplegó su actividad, por el camino independiente, y a golpe de fondos -inexplicables, aún- en las últimas semanas, fue adoptado por el PV, como para presumir de propuestas propias.
La Señora Y, nadie sabe de dónde salió ni de dónde le vino el interés por la política. Sólo salió a la luz pública, su deseo por contender por la silla que hoy ocupa, Andrés Manuel López Obrador.
Ambos personajes, han exhibido un alargado colmillo para el negocio. Tico, ha sido contratista del Sector Salud de Tamaulipas por años, y se le han hecho algunos señalamientos en el sentido de traficar con influencias, con lo cual ha logrado amasar una considerable fortuna.
La todavía desconocida Señora Y, ya dio muestras de tener un avezado grupo de asesores: antes de dar a conocer su proyecto político, o su grupo de colaboradores o estrategas políticos, ¡dio a conocer el número de cuenta en donde podrá recibir hasta, dice la ley, hasta 9 mil pesos por donación!
Explica la dama en cuestión que esos fondos serán para hacer campaña en los 20 estados del país que la autoridad electoral le solicita para recabar las 900 mil firmas para legitimar -validar- su candidatura.
¿Qué hay detrás de esos peculiares actores políticos tamaulipecos?
Sencillo: si nada bueno proponen para la ciudad y el país, nada bueno se puede esperar de ellos.
Seguramente, veremos lo de siempre: sujetos políticos, que van por intereses monetarios y no por deseos de aportar -para mejorar- los procesos democráticos del municipio y de la nación.
Es sospechoso desde el ángulo que se le vea, la actitud de la dentista -se sabe que es odontóloga la optimista Señora Y-; privilegia los fondos, antes de exponer su eje de acción sociopolítica.
Seguramente la precandidata independiente, y sus socios, desconocen los escrupulosos métodos del INE para fiscalizar el dinero a los precandidatos y candidatos. Son unos sabuesos, cuando les interesa. Pone lupa a los eventos: va personal de la autoridad electoral, a contar las sillas, las botellas de agua que se consumen, las gorras, las playeras, los rentados toldos, el sonido, la renta del local, la gasolina, el número de asistentes, letrinas, etcétera.
No es por ser pesimista, pero nomás por medirle el agua a los camotes, la esposa del Comandante Borolas -hace unos años intentó obtener el registro de su candidatura independiente y fue pillada en la tranza de documentación falsa-; es decir: la tarea es mas grande que la imaginada por tantos y tantos cándidos candidatos que se tiran al ruedo sin capote y sin figura de torero. Y hay que decirlo: la presencia de Doña Margarita, no era menor; había sido primera dama de México y diputada federal.
La distinguida profesionista victorense, muy probablemente finalizará su aventura con serios problemas para justificar los dineros que le lleguen a la bolsa de su campaña. Su equipo, muy probablemente -espero en diosito, no sea así y toco madera por quienes la auxilian- andarán con el susirio, que provoca sentir en las espaldas los pasos de la justicia para obligarles al ominoso vómito negro.
Con Tico el asunto, parece estar más claro. La monumental inversión que ya ha acumulado, en su precampaña para que algún partido lo postule para la alcaldía de Victoria, sólo podría ser explicado, por la necesidad de tirar dinero malo para convertirlo en gasto bueno.
¿O alguien conoce a un empresario sensato, que ponga su dinero en el caño?
La democracia, no sólo genera bondades; también arrastra, nauseabundos monstruos y abominables engendros sociopolíticos.

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