REFLECTOR/ Por Gilda R. Terán

Opinión

En estos tiempos, el mundo se presenta como un inmenso estadio en el que el orgullo de la
vida, juega la gran marca de las etiquetas, de las formas de vida social, exhibición
económica, en donde los participantes se despojan de su esencia personal, tan solo para
competir en la aceptación del círculo social al que aspiran estacionarse.
Presentándose como un combate duro, en el que a los hombres no les interesa tener, sino
aparentar cierto status en su vida personal, y todo esto solo para proyectar una imagen en
la que pretenden ser aceptados en ciertos grupos de la sociedad.
Y el hecho de no lograrlo, produce en las personas entre otros malestares psicoemocionales
y físicos también, se pueden desencadenar estados de ansiedad, frustración y depresión, y
todo esto es por la insuficiencia de la autoestima,
Vea usted, vivir de apariencias nos empuja a comportarnos como no somos, hace que
optemos por ponernos un disfraz o muchas mascaras de acuerdo a la ocasión o a la persona
con quien nos encontremos, al final con esto solo tendremos cansancio y una sensación de
un gran vacío existencial.
Pero si optamos por vivir con la verdad nos hará sentirnos bien con uno mismo, y recuperar
nuestra identidad que es fundamental ya que forma parte de nuestra esencia humana, ahí
donde mora nuestra individualidad, convicciones, virtudes y valores.
Y bueno aquí tiene mucho que ver el fenómeno de las Redes Sociales; en donde en este
escaparate todo el mundo es feliz ahí o dice serlo, en el cual miles de personas exhiben
una vida llena de éxitos, alegrías, satisfacciones y demás, cabe agregar que también
comentan sus sinsabores.
Pero la verdad es que tengo dudas, y me pregunto: ¿luchamos por ser felices o por “parecer
serlo”? ¿No sería un desperdicio de tiempo luchar por una simple apariencia que de sólido
nada tiene? ¿Por qué no orientar nuestra lucha hacia algo perdurable?
Aunque además, veo que la gente en las Redes Sociales, buscan con ahínco y vehemencia
el amor, la compañía, el diálogo, el intercambio de ideas, pero que no encuentran lo que
buscan, será acaso la búsqueda eterna de la felicidad.
A veces hay que fingir pero no hasta el punto de disolver nuestra identidad y esencia
personales, y todo es porque hemos creado un mundo donde la presunción y guardar las
apariencias se ha convertido en la forma de simular la felicidad.

Nos preocupamos demasiado por lo que dirán o pensaran los demás, y con ello basamos
muchas de nuestras acciones y deseos en aparentar y dar una percepción ideal de lo que
hacemos, somos y tenemos.
Pero ¿realmente tiene sentido esto? Porque al final las apariencias propician una vida
ficticia y sin sentido, porque la riqueza verdadera se encuentra en lo que percibes, creas y
sientes cada día, y no en lo que las personas creen que tienes, eres o haces.
Entonces, si usted vive para aparentar algo que no es, estará tomando el rol de una vida
ideal solo cuando está bajo la lupa de la gente, en lo personal le recomiendo que no haga las
cosas para que la sociedad le apruebe, ni mucho menos para que hagan suposiciones sobre
lo maravillosa que puede ser su vida.
Y es que gran parte de la humanidad desperdicia su vida tratando de guardar las apariencias
y de satisfacer las expectativas de otras personas, se olvidan de vivir y de buscar unos
objetivos más profundos y de verdadera realización personal.
“Quien vive para aparentar se olvida de vivir”.
Nos vemos en la próxima, viva feliz.
gildateran@yahoo.com.mx

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