CONFIDENCIAL/Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA

Opinión

Luego del escandaloso secuestro de 32 migrantes a manos de la delincuencia organizada, el gobierno federal envió a Tamaulipas alrededor de 400 militares y elementos de la Guardia Nacional para reforzar las tareas contra la inseguridad pública.

El hecho fue destacado y festejado por la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, como si se tratara de la varita mágica que vendrá a frenar a los grupos criminales que operan en Tamaulipas y particularmente en la zona fronteriza con Estados Unidos.

Sin embargo, hay que decirlo, la llegada de 400 elementos de las fuerzas federales al estado para combatir al monstruo delincuencial, es algo así como querer curar un cáncer letal con un simple mejoralito.

No hay forma de que el simple reforzamiento de la presencia de la autoridad en la zona genere resultados, porque los militares y la Guardia Nacional se limitan a hacer tareas de patrullaje, algo que, evidentemente, a nadie asusta.

De hecho, desde la administración de Felipe Calderón Hinojosa y posteriormente en la de Enrique Peña Nieto, fue una constante esa estrategia de reforzar la presencia de las fuerzas federales después de cada crisis de inseguridad, o de un episodio de escándalo nacional (como el secuestro de los 32 migrantes).

Sin embargo, igual que ahora, la medida ha sido un fracaso.

Lo ha sido y lo es, (el fracaso) porque el poder de los grupos criminales está muy por encima de las autoridades, tanto que no hay el mínimo respeto ni por el ejército y mucho menos por las policías. En toda la zona fronteriza del estado nada sucede sin el conocimiento y el aval de la delincuencia organizada.

En esas circunstancias, el secuestro masivo de migrantes o de ciudadanos seguirá ocurriendo por dos razones: una, porque el gobierno no tiene forma de impedirlo (por más elementos federales que despliegue en la entidad); y dos, porque el tráfico de personas sigue siendo una de las principales fuentes de financiamiento de los grupos criminales.

Igual que ocurre con las drogas, que seguirá siendo negocio mientras exista un mercado tan poderoso como el de Estados Unidos, el tema de los migrantes seguirá activo por los cientos o miles de millones de dólares que le generan de ganancias a los grupos delincuenciales.

Con el añadido de que un gran porcentaje de esas ganancias van a parar a los bolsillos de funcionarios corruptos que forman parte de las mismas redes criminales.

En esas circunstancias, el secuestro de los 32 migrantes no será el último del que tengamos noticias. Habrá muchos más porque, insisto, es fuente principal del financiamiento de las organizaciones criminales, pero también porque no hay forma de que el gobierno lo impida.

Igual, cada que ocurra un nuevo secuestro, o masacre, el gobierno federal seguirá con su práctica de enviar temporalmente más tropa al estado, aunque, como hasta ahora, eso no sirva de nada.

Esa es la triste realidad.

EL RESTO.

LA VIDA, ANTE TODO.- Más allá de que se haya tratado de un rescate, como sostiene la versión oficial, o hayan sido liberados voluntariamente por los plagiarios, lo que hay que destacar en el caso de los 32 migrantes secuestrados es que hayan aparecido con vida.

Eso es lo que se debe aplaudir. Siempre debe ser una prioridad el rescate con vida de cualquier víctima de la delincuencia. En vez de buscar medallas o aplausos mediáticos, la autoridad debe centrar sus esfuerzos en privilegiar la vida de quienes tienen la desgracia de caer en manos de los grupos criminales.

ASI ANDAN LAS COSAS.

roger_rogelio@hotmail.com