DESDE ESTA ESQUINA.

Opinión

MELITON GUEVARA CASTILLO.

.
La guerra sucia siempre ha existido y más en los procesos electorales. De siempre, en la
lucha política, desde que se instauro la sentencia de que el fin justifica los medios, la forma
de destruir a un enemigo político no tiene nada de moral. Durante un tiempo era a través de
libelos, por lo regular anónimos o surgidos de la clandestinidad; hoy en día se usa la red
que multiplica los mensajes. De ahí, sin duda, el reclamo de que se regulen por todos lados.
La guerra sucia es jugar con la información: sea una verdad contada a medias, se igual, una
mentira, y en la mayoría de las veces, es con información falsa. Lo que importa, interesa, es
dañar al enemigo. En este contexto es como aparecen, por decir, los traidores; que son los
que filtran información verídica, pero que daña, o que trasmite información para que sean
usados por el enemigo. Por eso, hoy en día, cada candidato tiene lo que se llama: Cuarto de
guerra.
VIOLAR LA LEY.
Se atribuye a Adolfo Hitler la siguiente expresión: “Al comenzar y dirigir una guerra no es
el derecho lo que importa, sino la victoria”. Así, quiérase o no, siempre es la actitud de
quienes tienen el poder en sus manos. Por eso es importante quienes tienen, en sus manos,
el poder electoral. Hoy los órganos electorales son autónomos en lo formal; en los hechos,
tanto el INE como el TRIFE, están cooptados por el Poder Ejecutivo Federal, si no en su
totalidad, si en su mayoría. Por eso, una y otra vez, el Presidente AMLO no vacila en meter
las manos en las elecciones, si no es directamente, si de manera indirecta, pero se nota su
mano.
La guerra sucia, digamos formal, se da en el momento de que un candidato viola la ley; lo
puede hacer, gastando más de lo autorizado, con financiamiento fuera de la ley o, tan
simple, violando hechos concretos; como se hace con las concentraciones masivas, con la
publicidad. Y en estos casos, la actitud de los órganos electorales deja mucho que desear.
Ya les pidieron que pongan un hasta aquí: pero, una y otra vez, lo ha dicho el Presidente: su
autoridad moral está por encima de la ley, así que, vamos pues, no le vengan con que la ley
es la ley. Hoy, imposible, castiguen a alguien como Félix Salgado, que se negó a informar
sobre sus gastos de precampaña.
DESEOS Y MIEDO.
¿Qué puede impactar en una campaña negativa? En esencia, todo lo que destruye una
imagen o que va en relación a los beneficios que se pueden obtener o los males que se
pueden evitar. Por ejemplo, conto hace muchos años Catón que, en una de las campañas de
Cuauhtémoc Cárdenas, en los distintos eventos en Monterrey aparecía un niño con una
pancarta: “Cuauhtémoc Presidente”. Pidió que se lo llevaran para platicar con él y
preguntarle la razón de su apoyo y la respuesta fue sorprendente: “Dice mi papa que si
usted gana nos vamos a ir a vivir a Houston”.

En la elección del 2006 AMLO fue derrotado por una frase: “Es un peligro para México”,
que se juntó con otras actitudes, como aquello de “Cállate chachalaca” o no ir a uno de los
debates: y gano Felipe Calderón. La frase potencializo el miedo que la sociedad mexicana,
quizá la alta y la clase media, tiene en relación con las formas de gobierno en otros países…
por eso, repiten una y otra vez, que dentro de unos años estaremos como Cuba, Venezuela,
Nicaragua o Rusia, con solo un partido gobernante y un dictador. Pese a que la venganza no
es su fuerte, dice AMLO, bien que recuerda y con coraje a Calderón y lo que represento
para México su gobierno.
En 2018 AMLO gano la elección con una promesa: “Primero los pobres”, que combatiría a
la corrupción y la impunidad, sello característico de los gobiernos del PRIAN. Ahora en la
elección del 2024, las promesas de MORENA y su candidata van relacionadas con el
miedo: declaran una y otra vez, que si pierden los pobres van a perder los beneficios
sociales que impulsa la 4T. Y siguiendo con el deseo de beneficio, prometen construir el
segundo piso, es decir, seguir apoyando, incluso mejorando, dichos programas. Por eso, si,
por eso, Xóchitl firmo con su sangre que los programas sociales van a continuar.
PROMESAS Y DESCALIFICACIONES.
Con el objeto de agradar a la mayoría, tanto Claudia como Xóchitl, prometen hacer más y
más por los programas sociales y más de uno se pregunta: ¿alcanzara el dinero para repartir
más? ¿Cuánto tiempo pueden aguantar así? Así que debemos de poner atención a las
propuestas de cada candidato: por ejemplo, Claudia no tiene problemas, puesto que cuenta,
por decir, con un apuntador o un guion y, si no se sale, puede no cometer pifias. Cosa
distinta, a la fecha, lo que ha sucedido con Xóchitl: cualquier ambientalista aplaude su
promesa de cerrar refinerías, pero olvida que está en campaña… y el propósito, siempre en
campaña, es halagar el oído del elector y no lastimarlo.
La campaña negativa, la guerra sucia, ya está presente: no la observamos en las
declaraciones, ni en las caricaturas, pero si en los memes y en las historias que se difunden
en las redes sociales: unas son, completamente mentiras; otras son, medias verdades o
medias mentiras, pero otras son directas al prestigio o la imagen de los candidatos, sobre
todo de Claudia y de Xóchitl, el otro no aparece en las encuestas ni en los memes.
Hasta las encuestas son parte de la guerra sucia.