LA COMUNA

Opinión

 

José Ángel Solorio Martínez

¿Por qué desapareció del espectro político nacional, el Partido de la Revolución Democrática (PRD)?
Dentro de algunas otras cuestiones:
1.- El debilitamiento estructural de su organismo, provocado por la emergencia de MORENA. La ruptura del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador con el Sol Azteca, significó una de las más evidentes sangrías de la militancia del perredismo. Más del 70 por ciento de los personajes con carisma y capacidad de conducción, se escurrieron para ir al lado del tabasqueño en la aventura de formar un partido cuya postura central fue el combate al neoliberalismo y sus políticas en el país.
Ese fenómeno, incubó el inocultable odio de la Nomenklatura perredista, que aún hoy anida en las almas trashumantes de lo que resta del PRD.
El éxodo de López Obrador del partido que fundó, y la articulación de un partido con un programa de acción de Izquierda –en la actualidad, quien no es antineoliberal, no es de Izquierda– debilitó programáticamente al Sol Azteca y arrinconó a sus gerentes a echarse a la sombra de las élites neoliberales –hoy, quien no es neoliberal, no es de derecha–.
2.- La visión y praxis catatónica de su principal jefe: Cuauhtémoc Cárdenas. Este actor, fundamental para la alternancia política del país, ante la pérdida de contundencia del partido que alimentó con su presencia por años, optó por encerrarse en su casona y operar como un consejero de su partido y crítico mezquino de los éxitos de AMLO.
Con un guía moral, cada vez empequeñecido por el avance de MORENA y su dirigente en el país, ha estado consumiéndose en su propia hiel, coincidiendo muchas veces con una derecha vociferante y encrespada.
Sin duda: la fuga de AMLO y el desdén de Cárdenas, dejaron al PRD en puros huesos.
Los conductores del Sol Azteca, no pudieron llenar los zapatos dejados por el tabasqueño y el michoacano.
Optaron por protegerse con las élites derechistas del país y prestaron sus siglas para hermanarse con quienes por décadas fueron sus verdugos: el PRI y el PAN.
3.- La pérdida de identidad ideológica del PRD, les hizo perder mucha de la base social que en su momento se les sumó. ¿Cómo olvidar a los casi 500 militantes del Sol Azteca asesinados en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari?
De náusea, ver del brazo y por la calle a los Chuchos –Jesús Zambrano y Jesús Ortega–, con el ex presidente CSG, a quien AMLO califica como “el padre de la desigualdad moderna” en México.
Esa conducta, lanzó a miles de miembros del PRD, que creyeron en un partido que en sus inicios operó como un férreo opositor al neoliberalismo del salinismo.
Sustanciales cambios: Cárdenas se tomaba la foto con el Sub comandante Marcos; los Chuchos, con el jefe Diego y Salinas.
4.- La burocratización partidista y la esclerosis de sus élites. Envejeció prematuramente como organización política, al tiempo evitar el cultivo de una dirigencia renovada en el sentido político, ideológico y hasta moral. Esa peculiaridad, centrifugó a cientos de cuadros jóvenes que huyeron despavoridos a sumarse a otras opciones: MORENA, MC y hasta el PAN.
Exactamente, ese mismo proceso, vivió el partido amarillo y negro en Tamaulipas.
Sus representantes, actuaron como fieles sirvientes de la administración panista pasada. No todos; sólo la mayoría.
Todavía, quedan en el escenario regional, cuadros bienintencionados de un perredismo que murió indignamente.