LA COMUNA

Opinión

 

José Ángel Solorio Martínez

Llama la atención, dos casos de rampante corrupción en diversas áreas de gobierno. Uno de ellos la ex Contralora –Elda N– del gobierno y el ex Secretario de Administración –Jesús N– de Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador panista. Debe ser algo serio: Tacha Contreras, –la Directora Jurídica de la IV T– se aventuró a anunciar la denuncia; el otro, es el paquete formado por el ex Director del Deporte de la IV T, el maderense, Manuel Raga, y la altamirense, aún Directora de Cultura, Brenda de la Cruz López.
Algunos panistas y varios morenistas, se asemejan en mucho.
Se podría decir: son idénticos en sus formas y en modos de manejar el dinero público y sirvieron –y siguen sirviendo– para maldita la cosa en sus encomiendas.
Los azules, dieron contratos millonarios a amigos y se hicieron de la vista gorda con los atracos al erario de los socios del reynosense, Cabeza de Vaca.
Uno de los servidores públicos que mayor daño hizo al patrimonio de los tamaulipecos, fue Mario Gómez Monroy, desde la Secretaría de Educación de Tamaulipas –que fatalidad la nuestra después de Mario, llegó Cuca Varela para superarlo–. Pasó de ser un industrial de la masa –vendía tortillas en un modesto expendio en su natal, Reynosa, Tamaulipas– y en menos de seis años, pasó a ser uno de los magnates más envidiados en Mission, Texas en donde adquirió propiedades en El Cimarrón y otros desarrollos de vivienda cara.
Según Tacha, ya los traen de la cola.
Y –se infiere, por lo dicho por Atanasia– en breve estarán en chirona.
Mucho trabajo tendrán los Tachos.
La IV T, contrató a verdaderas fichitas como sus representantes de gobierno.
Como alcantarillas en pueblo fronterizo, está brotando la inmundicia en las áreas administradas por distinguidos cuadros de MORENA.
Ya Raga, dio muestras de lo que es capaz un empleado gubernamental que no se le fiscaliza y se le toleran sus excesos. Decenas de denuncias de padres de familia de deportistas tamaulipecos, hacen un mapa erizado de decenas de irregularidades; desde entrega de becas a sus familiares, hasta aviadores en la dependencia.
La mayoría dudábamos, que la otrora gloria del deporte nacional, fuera capaz de tomar dinero mal habido para el distrute personal. A muchos, nos sigue sorprendiendo su penoso cese. No hubo declaración oficial de las causas de su remoción; pero se infiere, que no fue defenestrado por buenas razones o por plausibles acciones.
Casi el día que el gobernador y la Secretaria de la Sebien, le dieron su confianza, inició la descomposición moral del orgullo de ciudad Madero. Se dedicó a todo, menos a apuntalar las actividades deportivas de los tamaulipecos. Eso sí: sus respectivas familias y familiares en Italia y Cuba, paladearon el almíbar del presupuesto público –directa o indirectamente– de la IV T de la región.
Algunos trabajadores, llegaron a denunciar haberse quedado sin pagos de salarios en tanto Raga paseaba por el viejo continente y por el Caribe.
Doña Brenda de la Cruz, resultó un fiasco. Ya pintaba desde el comienzo del sexenio; nadie quiso ver lo evidente: era un sujeto cultural de poca monta –es una analfabeta disfuncional– con mañas de las peores del panismo altamirense.
Tiene en la nómina a su chofer, a su esposo –por interpósitas personas–, rasura las compensaciones a todo el personal, y se mueve con varios guaruras como si desplegara un actividad de alto riesgo.
Y lo peor: no tiene idea, del sitio en que está sentada.
Igual que Raga, los empleados de la institución, han denunciado y denunciado, sus insensateces y nadie los ha escuchado.
Hay que barrer de la calle, la basura azul; sí.
Como también, hay que limpiar la casa guinda.