Agenda legislativa federal

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

Se cumplió ya una semana en la que los reynosenses No tenemos agua. Aunque hay agua en las presas y en el río, la Comisión Nacional del Agua determinó que se daría menos a Reynosa, con diversos argumentos. Lo cierto es que No hay agua.

Con este, ya son varios años en los que en temporada de verano se presentan apagones en varios sectores, -a veces en toda la mancha urbana -, de Reynosa. Ayer hubo corte de energía eléctrica en el sector de Las Fuentes y Aztlan por varias horas.

El hospital del ISSSTE lleva varios años en ruinas. Las condiciones materiales del edificio, la carencia de equipos y médicamentos, son el caldo de cultivo donde florece el ausentismo de los trabajadores, lo mismo médicos, especialistas, enfermeras y personal de apoyo.

En el IMSS no cantan mal las rancheras. La eficacia para cobrar, hasta por la auto construcción de vivienda, es inversamente proporcional a la que tienen para prestar servicios médicos. Aunque las aportaciones son millonarias al IMSS, no tenemos servicios médicos ni de la calidad ni la cantidad que requerimos. No tenemos teatro, balneario, biblioteca, unidad deportiva, guarderías infantiles, velatorio y crematorio, como en otras ciudades.

En Reynosa seguimos sin tener una oficina para tramitar los pasaportes, a pesar de ser el municipio en el que se realizan la mayoría de estos trámites en el Estado. Tenemos que pagar un «extra», como gobierno municipal y como ciudadanos, por el trámite para obtener el pasaporte.

Los habitantes de la frontera podemos importar mercancías por una cantidad menor a la que tienen los ciudadanos de otros estados y municipios. La «franquicia» es menor para los fronterizos.

Dos de los tres puentes internacionales que operan en Reynosa, no aportan a los gobiernos locales para efectuar obras de rehabilitación y/o construcción de las calles de acceso alumbrado, etc.

Pemex sigue su estrategia de retirada y abandono de Reynosa. Las inversiones son mínimas. La clínica está cada vez peor. Las instalaciones están abandonadas. Las aportaciones para resarcir el impacto negativo o para el desarrollo de la comunidad, están abandonadas.

La Aduana es fuente de conflicto y deterioro, por el paso de mercancías en ambos sentidos. Y no hay un esquema para que nos deje un beneficio a los reynosenses por la operación de las Aduanas.

La llegada masiva de migrantes a Reynosa ocurrió a partir de las decisiones que tomaron en el gobierno federal. El municipio paga los costos de compartir infraestructura y de apoyar a los migrantes, sin tener acompañamiento y sin recibir el recurso para responder a esa política del gobierno central.

El deterioro de la infraestructura ferroviaria en Reynosa es la causa de los accidentes de trenes que frecuentemente ocurren en la zona urbana. Las autoridades que otorgaron esa concesión y que (no) vigilan su cumplimiento, se han desentendido de lo que hacen o dejan de hacer los directivos del Ferrocarril de Kansas. No se da mantenimiento a las vías, no se revisten con concreto las plataformas de anchura mínima sobre las que ruedan los trenes para atravesar el centro de la ciudad.

De todo estos asuntos que están a cargo del gobierno federal, y que históricamente han sido mal atendidos o ignorados, NO se ocupan los legisladores federales. No he sabido, leído o escuchado que se ocupen de eso ni la diputada regiomontana Olga Juliana Elizondo, que ya lleva seis años como nuestra representante en la Cámara de Diputados, ni tampoco lo ha hecho Claudia Hernández, con tres años de cobrar dietas y apoyos diversos, también como nuestra representante en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Ignoro cómo es que construyen su plataforma legislativa estas diputadas, si es que preparan algo o tienen intenciones de trabajar por los reynosenses. Por eso escribo estas notas para decirles que tienen muchos pendientes, y que lo menos que esperamos es que socialicen esta información y que realicen un exhorto a quienes corresponda para que se corrijan estas fallas… Aunque tal parece que tienen más contundencia, porque al menos eran simpáticos, los pronunciamientos que hacía Mafalda desde su sillita.