José Ángel Solorio Martínez
MESIANISMO NORTEAMERICANO
La incorporación del empresario multimillonario, Elon Musk, es un adelanto de lo que, será el gobierno del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Titular de una dependencia encargada de la “eficiencia gubernamental”, el nuevo burócrata texano, será el responsable de ahorrarle a la administración Trump, más de “2 mil billones” de dólares lo que significa “un tercio del gasto gubernamental anual total”.
El neoliberalismo en su más alta expresión.
La visión empresarial a ultranza con cero, vocación social.
Al igual que el alucinado de Milei en Argentina, Estados Unidos, va a crear un Estado sin el más mínimo sentido social. Los desposeídos, serán sólo una estadística para el neoliberalismo llevado a extremos niveles.
El Estado, será acotado en sus funciones para contener los abusos del mercado; es decir, el dominio absoluto del mercado sin restricciones; para este sistema, la regulación de precios es un exceso y todo indicio de protección a los consumidores ante el desborde de las prácticas abusivas del empresariado, es proteccionismo.
No son descartables movimientos de inestabilidad social; los afroamericanos, los mexicanos, los centroamericanos, que sentirán los primeros efectos del apretón de las reformas trumpianas es muy posible que salgan a las calles a defender las conquistas arrebatadas a las élites.
Quizá las primeras manifestaciones de inconformidad surjan en las ciudades de California, Los Ángeles, Houston, Chicago lugares donde se concentran la mayor parte de mano de obra indocumentada en los Estados Unidos.
Mal augurio para los paisanos, que allá laboran indocumentadamente.
Trump tiene planeado construir del gobierno estadounidense, tipo factoría; tipo empresa en donde la eficiencia sea su principal distintivo. La eficiencia no es resolver problemas como la pobreza; es sí: habrá prioridad para solucionar los problemas que tiene la riqueza.
La simbiosis generada por el trabajo de los indocumentados y los grandes productores agrícolas, en regiones como Arkansas, Texas y California, necesariamente traerá problemas para la administración el presidente Trump, cuando empiece en el mundo real las contradicciones de sostener una economía rural con mano de obra ilegal.
¿Quién hará el trabajo de los mexicanos?
¿Quién remplazará los miles de paisanos que laboran en circunstancias de explotación inhumanas?
¿Podrá ser, sustituir la manos y brazos mexicanos?
¿Elon Musk tendrá tiempo para robotizar el campo norteamericano?
Si Trump y Musk piensan que, al adelgazar el Estado, quienes hayan sido despedidos cubrirán los lugares de los inmigrantes, están equivocados. Ya lo dijo el profeta Vicente Fox en los tiempos gloriosos del PAN:
“Los mexicanos, hacen trabajos que ni los negros quieren hacer”.
Todo mesianismo, tarde o temprano choca con la realidad.
Los empresarios, cuando se meten a ser gobierno, se dan cuenta que no es lo mismo, “atrás que en ancas”.
La Comuna
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