Por: Susuki Esmeralda G
Reunidos en una mesa se encontraba una familia era imposible no notar «la silla vacía»
Tal vez era de un hijo, una hija, un padre, una madre, un hermano, una hermana no lo sé, pero dolía ver la silla vacía.
El sonar de las risas y la conversación junto a la música de fondo pronto suplio el silencio, los niños y sus ocurrencias hicieron su parte esa noche, hubo todo tipo de expresión en las miradas y cálidos abrazos al despedirse.
La silla continuó vacía pero con el paso de las horas comprendí que seguía ocupada en la mente y el corazón de cada uno de los presentes, el duelo y la ausencia irreparable se llevan en el corazón lleno de los buenos recuerdos de quien en vida ocupó la silla vacía, que ahora es momento de honrar su memoria dando amor y cuidando de nuestra familia y seres amados antes de que nosotros mismos lleguemos a dejar nuestra silla vacía.
¡Cuando mi silla quede vacía recuerda que te ame cada instante de forma real y sincera, que procure siempre tu bien, ver esa luz en tu mirada y la sonrisa en tu rostro!
¡Cuando mi silla quede vacía recuerda cuantas veces tome tu mano y acaricié tu rostro incierta del momento de dejar sola mi silla en la mesa!
¡Que te dejé todos «los te amo», «los te quiero mucho», «los cuídate siempre» que pude pronunciar en vida!
Que mi mano siempre estuvo para sujetar la tuya cuanto me fué posible, que en vida te dejé todo lo bueno que pude darte de manera genuina, entonces cuando mi silla se quede vacía no sientas tristeza al voltear a verla, espero que sientas como una ligera sonrisa se esboza en tu rostro al recordar todo lo que juntos vivimos cuando ambos ocupabamos un sitio en la mesa y no había entre tu y yo «una silla vacía «.
¡Paz en los corazones de cada uno de los que tienen una silla vacía en su mesa y un recuerdo lleno de amor que ahora ocupa ese sitio!
¡Saludos cordiales desde EL Averno!
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