Por Pegaso
Somos un Pueblo Bueno y Sabio, pero más que eso, somos un narcopueblo.
Nos gustan los corridos tumbados. Vamos a los conciertos de narcoartistas como Preso Puma, y les aplaudimos y coreamos sus canciones dedicadas a los capos de la delincuencia organizada.
Vemos narcopelículas violentas.
Según un productor de cine chafa de los que abundan en Reynosa, hacer cintas de romance, de aventuras, religiosas o de cualquier otra índole, no es un buen negocio. Cuando mucho alcanzan en sus plataformas las 10 mil vistas.
Por otra parte, cuando producen películas que hacen apología del narco, los números se disparan y la cantidad de vistas puede llegar a los millones. Por eso han crecido como hongos las producciones de “La Pelona del Corrido”, de Estela Almoada y de otros que han encontrado en ese género un rico filón de oro.
Y no es para menos. Vamos a cualquier barrio bajo de Reynosa o de cualquier otra ciudad de México, y hasta el más macuarro se siente belicón.
Nuestras dulces madrecitas reciben con alegría su regalazo de cumpleaños, o durante el festejo de su día.
Sus maridos, hijos y nietos les llevan serenata bien tempranito y ellas los apapachan con un tierno abrazo fraternal.
En las mañanas, cuando van al “trabajo”, les echan su bendición y rezan mucho a la virgencita de Guadalupe, a San Juditas Tadeo y a una retahíla de santos para que traigan con bien a sus retoños.
Luego, cuando los soldados les revientan la cabeza, van llorando a decir que sus criaturas eran jovencitos inocentes o estudiantes de prepa que no hacían nada malo.
Cuando nuestro muy amado y querido ex pejidente AMLO decía: “El Pueblo Bueno y Sabio de México”, se refería precisamente a este pueblo. El pueblo que lo ha cuidado y cobijado durante los últimos veinte años.
No queremos que vengan los gringos a acabar con los cárteles. Estamos muy contentos con ellos. Así. Con masacres, desapariciones forzadas, extorsiones y mil barbaridades más.
Para nosotros, los grandes capos son como una especie de rock stars. Son figuras de poder, dignas de alabanza. Merecen no solo una, dos, tres o más películas, sino corridos, canciones con dedicatoria y hasta monumentos.
Nuestros artistas, esos pobres angelitos que se dedican a deleitarnos con su dulce voz, que difunden las hazañas de los capos más famosos, solo expresan el sentir de la gente. La gente buena y sabia de México.
Le pese a quien le pese, es la forma de vida que hemos elegido para nosotros y nuestros hijos.
Quien no es padre, madre o hermano de alguien metido en la delincuencia, es amigo, compadre o socio. Nadie está libre de culpa.
Y no es que todos estemos en el garlito, sino que por simple democracia, hemos tomado esa decisión. Recordemos que la mayoría manda, y si la mayoría quiere ser un narcopueblo, pues ni modo qué hacer, como decía Juan Gabriel: Todos lo somos.
Esta es mi apología del Pueblo Bueno y Sabio. Espero que pase a la posteridad, o cuando menos, que se escriba en letras de oro en los más elevados estrados de la Nación.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Observas la borrasca y evitas postrarte de hinojos”. (Ves la tempestad y no te hincas).

AL VUELO-PBS
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