Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
«REYNOSA, LA ELECCIÓN QUE NO SE DEBE OLVIDAR»
Las imágenes que dejó la tromba del 27 de marzo en Reynosa, con calles convertidas en ríos y hogares sepultados por el lodo, no deberían repetirse jamás. Pero repetirán si no se aprende de lo ocurrido. Si los tres órdenes de gobierno no dejan de actuar con la lógica del parche y comienzan, de una vez por todas, a prevenir.
Porque las inundaciones no son casuales ni caprichos de la naturaleza. Son la consecuencia de la omisión, del desdén a la planeación urbana, de años enteros sin inversión suficiente en drenajes pluviales, ni diagnósticos actualizados sobre las zonas vulnerables. Lo que pasó en Reynosa no fue una tragedia inevitable: fue una alerta anunciada que nadie quiso escuchar.
Hoy fue Reynosa. Ayer fue Matamoros, o Tampico. Y mañana —si no se corrige el rumbo— será cualquier otro municipio donde las lluvias se junten con la pobreza, la negligencia y la impunidad.
Por eso urge, con seriedad, establecer un mecanismo estatal de identificación y atención de zonas de riesgo. No es suficiente con levantar muros de arena cuando el agua ya ha llegado al cuello. Se necesita planificación, presupuesto, voluntad política.
Y también urge recuperar herramientas que ya existían, como el Fondo de Desastres Naturales. Fue imperfecto, sí, pero eficaz. Su eliminación dejó a miles de familias al garete cuando más necesitaban apoyo. Hoy, ese vacío sigue sin llenarse. Desde el Congreso del Estado se debe exigir a los municipios, por pequeños que sean, una reserva mínima para emergencias. Gobernar también es prever.
Además, ya es hora de que se aplique la ley para evitar asentamientos humanos en zonas de riesgo. La omisión no solo es irresponsable: es criminal. Y no puede seguir siendo tolerada bajo el pretexto del “costo político”.
No se trata de politizar el desastre, sino de evitar que la política siga siendo parte del problema. Las lluvias no entienden de partidos ni colores, pero las soluciones sí dependen de quienes gobiernan. Y mientras no se actúe con responsabilidad, cada temporada de tormentas traerá consigo una nueva cuenta de damnificados.
Reynosa necesita hoy mucho más que despensas y colchones. Requiere obras, planificación y una visión de largo plazo. Porque cada hogar que vuelve a inundarse no solo pierde muebles: pierde dignidad.
En medio de ese panorama sombrío, hubo un gesto esperanzador: la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Reynosa. No fue una gira protocolaria, ni una sesión de fotos. Fue un acto de empatía y compromiso. Acompañada por el gobernador Américo Villarreal Anaya, recorrió las colonias afectadas, escuchó a los damnificados y —lo más importante— ofreció respaldo tangible.
Ambos mandatarios hicieron lo que se espera de un gobierno presente: dar la cara, ofrecer soluciones y garantizar que nadie quedará desamparado. En medio de tanta desolación, ese respaldo se agradece. Y se aplaude.
EL RESTO.
SE LES AGOTARON LAS IDEAS.- Pareciera que en el Congreso del Estado algunos diputados se están quedando sin tinta en la pluma… y también sin ideas en la cabeza. Hay diputadas y diputados que, ante la falta de propuestas serias, optan por subir a tribuna con ocurrencias disfrazadas de iniciativas.
Ahí tienen el caso reciente de la morenista Lucero Martínez López, quien propuso tipificar el acoso sexual callejero como delito en el Código Penal. Y no es que el acoso no deba castigarse, pero ¿de verdad era necesario puntualizar que debe ser “en la calle”? ¿Y si el piropo agresivo se lanza desde una ventana, también aplica? Con ese criterio, lo siguiente será tipificar el homicidio en la banqueta, para que no se confunda con el homicidio en la sala o la cocina.
ASI ANDAN LAS COSAS.
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