AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Virus

Estaba yo sentado en mi cumulonimbus favorito, ojeando algunas páginas de Internet que tratan sobre la historia de las grandes pandemias y la forma en que la Humanidad las ha enfrentado; y una cosa me queda clara: después de cada una de esas calamidades, la gente ha tenido que hacer algunos cambios en su estilo de vida, sus costumbres o su higiene personal.

Recuerdo una de las más recientes pandemias, la del VIH, que aún está vigente.

En la década de los 80 había una gran promiscuidad. De pronto, una rara enfermedad empezó a atacar a la comunidad homosexual. En la década de los noventa se extendió por el resto de la población, hasta alcanzar cifras alarmantes.

La forma en que la Humanidad se ha medio defendido contra el virus de la inmunodeficiencia humana, es mediante la abstención, el uso de preservativos o tener una sola pareja.

Aún no se ha descubierto una vacuna, pero sí hay costosos tratamientos que incluyen un coctel de medicamentos muy agresivos para el cuerpo humano, que solo prolongan algunos años la vida del paciente.

Haciendo un poco de historia, entre los años 1347 y 1353 surgió en Asia y parte de Europa una enfermedad que causó la muerte de 25 millones de personas.

La peste negra fue la pandemia más devastadora que ha sufrido la Humanidad hasta ahora.

Eran tiempos en que las calles de terracería de las ciudades abundaban en aguas negras y estiércol, porque la gente lanzaba sus desechos desde las ventanas de sus casas.

De ahí viene la frase “echar aguas”, ya que de esa manera advertían a los peatones que se aproximaba un baño de orina.

La gripe española, por otra parte, afectó a los países europeos y algunos asiáticos entre 1918 y 1920, matando a 40 millones de personas.

Hay enfermedades como la viruela que tienen una tasa de mortalidad del 50%.

Después de la llegada de los españoles a lo que hoy es México, la viruela casi acabó con la población nativa, y los que sobrevivieron, quedaron cacarizos.

Si una cepa de este virus (Variola virus) se llegara a esparcir por el mundo, la mitad del planeta, incluyendo niños, jóvenes y adultos, desaparecería de la faz de la Tierra, como en Avengers: Endgame (Dirección de Anthony y Joe Russo. Protagonistas: Robert Downey Jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth y Scarlett Johansson) donde el titán Thanos chasquea el Guantelete del Infinito y la mitad de los habitantes de la galaxia se esfuman.

En 1980 la Organización Mundial de la Salud dio por erradicada la enfermedad. El último caso en humanos ocurrió tres años atrás. Desde entonces, no se ha vuelto a saber de pacientes infectados con viruela.

Existe un monitoreo mundial porque, hoy por hoy, este patógeno constituye una potencial amenaza global.

Tengo entendido que en algún laboratorio secreto existe una cápsula conteniendo algunos virus latentes, o tal vez sea una de tantas teorías de conspiración.

Pero para mí que si algún día los poderosos deciden eliminar a la mitad de la población, soltarán el virus de la viruela, y entonces el COVID-19 nos parecerá un inofensivo juego de niños.

Platicaba yo con mi amigo Oscar Aldrete acerca de la polémica idea de Malthus de que cada determinado tiempo la población del mundo debe reducirse de alguna manera.

Los gobiernos han encontrado algunas fórmulas, por ejemplo, guerras mundiales, guerras locales, cataclismos inducidos y pandemias.

Somos muchos. Cinco mil millones de personas… bueno, menos, 7,800 millones, y a todos hay que darles de comer.

Malthus, famoso demógrafo, decía que la población se duplica cada 50 años, así que para el 2070 seremos como 15 mil millones de personas en el mundo, la mayoría en… ¡chan, chan, chan, chaaaaannnn! ¡En China!

Lo que estamos viendo actualmente, con este virus que amenaza la vida de millones de personas, principalmente las que tienen historial de enfermedades crónicas asociadas al Síndrome Metabólico, es un exterminio programado, basado en las ideas de Malthus.

Mi amigo Aldrete y yo coincidimos en que los malditos que han hecho esto están regodeándose en sus palacios, esperando que se alcance la meta prevista de dos millones de muertos en el mundo para lanzar una vacuna salvadora y enriquecerse aún más con su venta a precio de oro.

Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: “¡Me despido, orbe despiadado!” (¡Adiós, mundo cruel!)