AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Combi 

Para solaz y esparcimiento de todos los ciudadanos de este sufrido país, fuertemente fustigados por los estragos del aislamiento social a causa del coronavirus, ya circulan en las redes sociales varias cumbias del Ratero de la Combi. 

Aquí reproducimos una de las más populares (favor de utilizar las notas de la cumbia 15 años de “Los Ángeles Azules”): 

Amigos rateros, ¿qué creen que me pasó? 

En una combi un percance me pasó. 

Pasé por mi colega y todo iba normal, 

Nunca imaginé por lo que iba yo a pasar. 

Planeamos bien el rollo 

Subí primero yo;  

pedí las billeteras, 

de pronto, algo pasó. 

Sentí que me golpearon 

Y mi compa corrió, 

sentí otro chingadazo, 

todo mal me salió. 

Quise salir corriendo. 

No pude ya bajarme. 

En bola me agarraron. 

Sentí que iban a matarme. 

Quise salir corriendo. 

No pude ya pararme. 

En bola me agarraron. 

Sentí que iban a matarme. 

Yo gritaba: “¡Ya estuvo” 

No les bajé yo nada, 

al suelo me bajaban y todos me insultaban, 

me daban los putazos y sólo preguntaba:  

“Mi compa, ¿dónde estaba?¿Mi compa dónde estaba?” 

Espero aprender de esta forma la lección 

No quiero pasar dos minutos más de horror. 

Me llovieron putazos en mi cantón 

mi vieja vio el video y mil putazos me metió. 

(Se repite el estribillo). 

Y hasta un poema fue escrito para conmemorar tan importante acontecimiento en la vida social, económica y política de nuestro país. La pieza lírica se intitula “La Combi del Terror” (favor de incluir una música suave de violín en do menor): 

Ese asalto nació muerto desde que iniciaba el grito: 

-¡Cámara, mi gente”,-dice desde abajo el mal amigo. 

-“¡A ver, hijos de su puta madre!”-se oye desde abajo el gañido. 

-“Esa ya se la saben”,-dijo el otro, sin sentido. 

Pero no se la sabían. Avanzó el chofer tendido, 

y el pobre diablo pensaba escapar, echando un brinco. 

Lo tomó del brazo el héroe que impidió su cometido, 

el de la chamarra verde, para los putazos nacido. 

-“¡No lo dejen parar, güey!”-grita un joven convencido 

pero de un brinco se escapa y huye despavorido. 

La putiza ha comenzado con patadas de un obrero, 

tienen casquillo sus botas, son las que tunden primero. 

El verde de mi bandera lo tendríamos que cambiar 

por el verde de la chamarra que lo empezó a verguear. 

-“A mí me tralleron”,-dice en un quejido el delincuente. 

-“¡Te traían tu puta madre!”-grita de pronto un valiente. 

-“¿Tienes muchos huevos, pinche ratero culero?” 

-“¡Ya estuvo, banda!¡Ya estuvo!”-grita doliendo el ingenuo. 

Al verlo en el piso vuelve el güey que había escapado. 

Le mete un putazo en seco y regresa para el otro lado. 

-“¿Venías bien león, puto?”-le dice el bato de rojo. 

-“¡Pa que sientas lo que sentimos!”-habló por México el morro. 

-“¡Pa que sientas lo que sentimos, hijo de tu puta madre!” 

Palabras del héroe justo que se vuelven inmortales. 

Le pegan con gran dulzura; me conmueve ver la escena. 

Desgarran sus vestiduras y hasta el culo le patean. 

Dos ganchos bien colocados le mete el güey de la gorra 

y patadas en los güevos son del pueblo la victoria. 

-“¡No mamen, banda. Mis tenis”-dijo el rata preocupado. 

Se los chingó el Don de azul, que también le dio un putazo. 

¡Qué madriza tan bonita para una tarde bohemia! 

¡Es la cosa más hermosa que he visto en esta pinche pandemia! 

El verde en esa chamarra, el blanco arrancado del pecho, 

el rojo del que gritaba: “¡Chinga a tu madre, culero!” 

Esa es nuestra bandera. 

Son el fervor del pueblo. 

Les daría yo una caguama, ¡pero ya se ganaron el cielo!