El Fogón/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

Coahuila e Hidalgo: víctimas y ganadores

¿Qué pasó en las elecciones estatales de Coahuila e Hidalgo?

¿Cómo explicar la derrota de MORENA?

¿Cómo entender la victoria del PRI?

¿Qué pasó con el PAN?

1.- La región tiene ritmos de desarrollo político, diacrónicos con los ritmos de la nación. Lo que pasa a nivel federal, tarda en permear en las entidades; y más, si es dominada por fuerzas locales contrarias a las que gobiernan la nación. MORENA en Palacio Nacional, en tanto el PRI tiene bajo control la tierra de Carranza y de Granados Chapa.

Esto no es menor: la autoridad electoral de la entidad, está totalmente en manos de los gobernadores. Es decir: en manos de exponentes del viejo régimen y de la vieja cultura política.

En otras palabras: los viejos señores feudales del priismo y el panismo, se siguen expresando como en los tiempos del permisivo neoliberalismo. Y lo peor: con conductas aún más perniciosas.

2.- La inexistencia, o en el mejor de los casos fragilidad, de las estructuras partidistas de MORENA en los estados. Ese fenómeno, viene desde el liderazgo de Yeidckol Polevski: no pudo o no quiso, crear Comités Municipales y Estatales. Por una razón: ello le dio un inmenso poder para gastar las prerrogativas que rondaban los mil 600 millones de pesos al año. Luego la judicialización del proceso de elección del CEN morenista, prorrogó aún más esa reorganización estructural.

Al igual que Tamaulipas, Coahuila e Hidalgo, carecen de organización formal: no existen ni CM ni CE.

Esa circunstancia, en mucho, abonó en generar candidaturas de oropel: sin liderazgos, sin consensos y sin capacidades para hacer política. Y como consecuencia: no cubrir las casillas con representantes que pudieran minimizar los viejos trucos para multiplicar votos sin ciudadanos.

Todo ello, amarra las manos a las instituciones federales para impartir Justicia electoral. (Y no me refiero al INE y al TRIFE, que siguen trabajando para el viejo régimen). Es decir: sin quejas en tiempo y forma, sin representantes que documenten lo que dicen a la palabra, es complicado revertir resultados o limpiar elecciones.

Por otra parte, imposibilitan la intervención de la fuerza presidencial ante las enormes quejas de segmentos morenistas sin la exhibición de datos para flagelar a los gobernadores. O al menos, no con la fuerza que el caso demanda.

3.- Gana el PRI, inobjetablemente. Y gana Andrés Manuel López Obrador. El tricolor, porque –haiga sido como haiga sido– da el mensaje de que se re-articuló; AMLO, porque ese avance priista, socaba la cada vez menos potencia del PAN y de sus grupos estridentes que quieren deponer al Presidente a gritos y sombrerazos.

Gana el PRI, debido a que derrotó al partido del Presidente. Y eso, impacta en el crecimiento –ficticio o no– de dos gobernadores priistas que de esa forma, erosionan a los ejecutivos estatales panistas, que se hacían solos en la carrera presidencial.

Gana AMLO, porque el ensanchamiento de los actores priistas, debilita sobremanera a los panistas en la carrera presidencial.

4.- En el escenario nacional, a MORENA no le fue tan mal. Y más, cuando de ese evento, debe salir la obligada recomposición que necesariamente debe pasar por una discusión profunda y amplia en su Consejo Nacional y en un Congreso Nacional extraordinario para replantear metas y estrategias para el 2021.

(El debate, agrio si se quiere, por la Presidencia de MORENA, influyó, pero no es una razón estructural del tropiezo de lopezobradorismo en esos dos estados).

¿Cómo debe reorganizarse el partido en el nuevo escenario –Coahuila e Hidalgo, construyen un nuevo paisaje sociopolítico–?

¿Cómo enfrentar la evidente parcialidad de la autoridad electoral –INE, TRIFE e Institutos Electorales locales–?

¿Cómo achicar las tradicionales triquiñuelas de alcaldes y gobernadores enemigos de la IV T?

¿Cómo y bajo qué método postular candidatos?

Ya se sabe: las resistencias de viejo orden siguen disminuidas pero vivas.

La IV T y su partido, tiene la tarea de bajar a la región sus postulados.

Y MORENA, si quiere, puede ser una de las principales herramientas para esa labor.