Por Hugo Reyna/ EL SINODAL DE TAMAULIPAS
Reynosa, Tam.- José es un niño de 7 años de edad, durante las tardes acompaña a su madre con discapacidad a solicitar ayuda económica a clientes de una conocida cadena de tiendas de autoservicio por el rumbo de la colonia Ferrocarril.
El chico padece de una condición que compromete su salud visual, apenas puede ver y tan deficiente es su visión, que con frecuencia tropieza y cae.
Su madre explica a el reportero que hace tiempo lo vio un medico oftalmólogo, quien sugirió que José requiere de una cirugía, empero, no cuentan con recursos económicos como para solventar la operación.
Se le pregunta al niño si desearía ser enviado a un médico para una valoración y evaluar sus posibilidades de practicarse una cirugía y volver a ver con normalidad y la respuesta se emite con encendida emoción: “Siii”, responde José.
Junto a su madre al caer la noche retornan a su humilde vivienda por el rumbo de las vías del ferrocarril, van a paso lento los dos, el por su deficiente visión y su madre por las muletas que utiliza para andar, así juntos en su necesidad apremiante van a su casa para compartir el pan obtenido de horas de andar limpiando vidrios en los autos o pidiendo una moneda, en espera de que mañana sea un mejor día.
