Por Pegaso

Opinión

Asesino

Concuerdo totalmente con Alejandro Fernández, quien dice en una de sus canciones que hay que convertirse en asesino de mujeres.

“Amigo, ¿qué te pasa? Estás llorando.

Seguro es por desdenes de mujeres.

No hay golpe más mortal para los hombres

Que el llanto y el desprecio de esos seres”,-canta El Potrillo, y agrega:

“Amigo, voy a darte un buen consejo,

Si quieres disfrutar de sus placeres…

Consigue una pistola si es que quieres

O cómprate una daga, si prefieres

Y vuélvete asesino de mujeres”.

La figura es retórica, por supuesto, no textual. El hijo de Don Chente Manoslargas no está aconsejando que uno vaya y le zorraje un tiro a su vieja, ya que de lo contrario habrían prohibido esa canción desde hace muchos años y ahorita el cantante estaría en el frescobote, acusado de alentar o hacer apología de delito.

Lo que quiere decir “El Charro Náis” es que matemos a nuestras mujeres a punta de rosasos, o a poemasos, o a serenatazos.

“Mátalas con una sobredosis de ternura,

asfíxialas con besos y dulzura,

contágialas de todas tus locuras.

Mátalas

con flores, con canciones, no les falles,

que no hay una mujer en este mundo

que pueda resistirse a los detalles”.

Yo, pregúntenle a mi Pegasita, suelo comprarle flores sin ser una fecha especial, y ella me corresponde con un delicioso “piojito”.

Hay que ser también como recomienda aquel otro vate brasileiro, Don Roberto Carlos: Amantes a la antigua:

“Yo soy de esos amantes a la antigua,

que suelen todavía mandar flores,

de aquellos que en el pecho aún abrigan

recuerdos de románticos amores.

Yo simplemente

soy de esa clase,

que ya no es muy común en nuestros días.

Las cartas de amor,

el beso en la mano,

muchas manchas de carmín entre las sombras del jardín”.

Hay mucha sabiduría en la trova de Arjona cuando dice:

“¿Qué hubiera escrito Neruda,

qué hubiera pintado Picasso

si no existieran musas como ustedes?

¡Mujeres!

Lo que nos pidan, podemos,

si no podemos, no existe;

y si no existe lo inventamos por ustedes”.

Lo cierto es que el romanticismo va en declive.

No estoy en contra del feminismo cuando exigen trato igualitario, porque nunca seremos igual hombres y mujeres, y ahí radica lo bello de todo esto.

Somos diferentes, pero no hay un sexo que sea más que el otro sino que somos complementarios.

Y no hay mayor orgullo que, por ejemplo, abrirle la puerta a mi Pegasita para que entre al Pegasomóvil, o permitirle que camine por dentro de la acera cuando vamos por la calle, acercarle la silla en la mesa de un restaurant o regalarle sorpresivamente una rosa roja.

Sí. Aunque me digan que soy un asesino de mujeres.

Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “A consecuencia de las féminas, pese a su deficiente correspondencia”.(Por ellas, aunque mal paguen).

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