AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Memoria

Ahora que doña Bety, esposa del Pejidente anda hurgando en los archivos históricos de todo el país y hasta del extranjero para documentar todas las tropelías, atropellos, excesos, barrabasadas, desaguisados, entuertos, injusticias, iniquidades e ilegalidades que cometieron los españoles y la Iglesia Católica durante y después de La Conquista, yo le aconsejaría que primero indague su propio árbol genealógico y el del viejón para ver si no tienen ancestros que participaron directa o indirectamente en aquel descarado robo y masacre de la población autóctona. 

Recordar que el apellido Gutiérrez es de origen español con etimología germánica. 

Deriva del nombre Gutierre o Gutier. Al igual que muchos otros patronímicos españoles, como González, Rodríguez, Fernández, López y otros, está ampliamente extendido tanto en España como en todos los países de Hispanoamérica, incluyendo México. 

De igual manera, López es un patronímico que deriva del nombre Lope, que a su vez proviene de la palabra “lupus” que en latín significa “lobo”. 

Gutiérrez y López son, pues, apellidos españoles. 

Una publicación de la UNAM titulada “Lista de conquistadores de la Nueva España y de los votos que emitieron en la elección de procuradores (México, 9 de enero de 1529), señala a un tal Francisco López, Pedro Lópes, Diego López, Andrés López, Martín López y Álbar López. 

El documento menciona también a Francisco Gutyérrez, Hernand Gutyerres y Alonso Gutiérrez de Badajoz. 

Tal vez algunos de esos ínclitos personajes anduvo haciendo travesurillas durante la Conquista de México, quemándoles los pies a algún indígena, violando a alguna correteable aborigen o robándose algún tesoro escondido. 

Quizá los tatara-tatara-tatarabuelos del Pejidente y su consorte no son tan inocentes, a final de cuentas y los bienes que sus familias han acumulado a lo largo de los siglos, como el rancho “La Chingada” y otros, pudieron haber sido fruto de aquellos saqueos. Cuestión de revisar un poquitín en los anales históricos. 

Doña Bety, tal como señala el semanario Proceso, formó un picudo grupo de funcionarios de las embajadas o que pertenecen de alguna manera a la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural, los llamados “cónsules de la memoria”, para que se echen un chapuzón en los archivos históricos que hablan de la conquista española de lo que hoy es el territorio mexicano. 

Quiero recomendarle algunos personajes célebres que pueden funcionar muy bien como “cónsules de la memoria”, si me es permitido opinar. 

Estos especialistas que fungirían como agregados a la Comisión de Cónsules de la Memoria son: La Chupitos, Jo-Jo-Jorge Falcón, El Chiz Chaz, Polo Polo y Teo González. 

Con este equipo multidisciplinario, estoy seguro, podremos conocer los chistecitos que españoles y curas hicieron en México durante la Conquista y durante la etapa colonial conocida como La Nueva España. 

No es mala la idea de la No-Primera Dama del País, si nos ponemos a pensar muy bien. 

Si a final de cuentas resulta que hay que cobrarles a los españoles y a la Iglesia lo que se llevaron y las muertes que ocasionaron, resultaría que ni España, ni el Vaticano, contarían con dinero suficiente para pagarnos. Tendría el rey don Felipe VI y su vieja doña Letizia que empeñar hasta los calzones para regresarnos cada gramo de oro, cada piedra preciosa, cada vida humana que quitaron y todavía nos quedarían debiendo. 

Y el Papa Pancho se vería obligado a poner a subasta todo el Vaticano, con la Capilla Sixtina incluida para darnos un pinchurriento abono. 

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice: “Abstente de impulsar el esputo hacia la parte superior, ya que se precipitará en tu rostro”. (No escupas pa’arriba, porque te caerá en la cara).