AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Abrazos 

-¡Toc, toc, toc! 

-¿Sí? ¿Quién es? 

-¿Señor Godínez? 

-Sí, joven, soy yo, ¿qué se le ofrece? 

-Me presento. Soy S. T. Mata, sicario del Cártel Fulano. Me resulta penoso informarle que usted ha trasgredido las rígidas normas de nuestra organización criminal, al poner en evidencia ante las autoridades algunas de nuestras más rentables actividades. 

Por lo anterior, mis superiores me han instruido para que le haga a usted la atenta invitación de acompañarme a un páramo desierto, en donde será torturado por personal altamente capacitado, hasta extraerle la información que requerimos. 

Posteriormente recibirá algunos impactos de bala calibre 48 en caja torácica, extremidades y cráneo, hasta provocarle la muerte.  

Luego colocaremos su cadáver en una fosa clandestina. Sin embargo, dejaremos un mensaje para que su cuerpo pueda ser localizado y reciba de sus familiares una cristiana sepultura. ¿Sería tan amable de acompañarme? 

-¡Hombre! ¡Claro que sí! Así, con esos modales, ni quién se niegue. 

La narrativa anterior se basa en un cuentecillo de mi autoría que publiqué allá, por el 2016. 

Entiendo, por lo que está pasando actualmente, que con toda posibilidad el entonces candidato y ahora Pejidente de la República, ALMO, lo leyó y quedó sumamente influenciado por su contenido. 

Tanto así que desde que inició su mandato ha dicho e insistido en que a los narcos hay que agarrarlos a abrazos, no a balazos. 

Tal vez cree que todos son como los de mi cuento. 

Si yo soy el responsable de que el Pejidente, en lugar de combatir a la delincuencia organizada la apapache y cobije, es necesario ahora sacarlo del error para que corrija el rumbo. 

En realidad, la historia no relata un hecho real, sino ficticio. 

El sicario, todo un caballero, invita a un soplón a acompañarlo a un sitio despoblado, donde lo van a ejecutar, pero lo hace de tal manera, tan amable y cortés, que el desdichado no puede más que aceptar de buena gana. 

¿Habrá algo tan absurdo como eso? 

Todos sabemos que no hay sicario amable. 

Más bien, en un escenario real, la historia se narraría de la siguiente manera: 

-¡Toc, toc, toc! 

-¿Quién chingaos está tocando? (Abre la puerta). 

-¡Ahora sí te cargó la chingada, pinche Godínez! ¿Ya ves? Por andar de panochón me mandó el jefe a ejecutarte. Jálale pa’l monte. 

Yo creo, a menos que esté equivocado, que en un país secuestrado por la delincuencia organizada no se vale que el Presidente presente una actitud tan pusilánime.  

Parece que fue ayer cuando por primera vez oímos aquella frase que nos pareció absurda, pero que muchos tomaron a chunga: “Los vamos a acusar con sus abuelitas para que los regañen”. 

Frase que ahora complementa con esta otra: “A los delincuentes abrazos, no balazos”. 

Según la Ley (no lo sé, puede que esté equivocado y algún jurista podría sacarme de mi error) solo hay un ejército en este país que se llama México, aunque se divide en dos: El Ejército, propiamente dicho, y la Armada. 

Sin embargo, vemos que a lo largo y ancho del territorio nacional hay chorromil ejércitos. 

Dice la misma Ley que las armas de grueso calibre están reservadas para uso exclusivo del Ejército Mexicano, pero en las calles vemos a patibularios sujetos, más feos que Dany Trejo, armados hasta los dientes con rifles de asalto, bazucas, lanzagranadas, misiles tierra-aire y hasta vehículos blindados. 

Dice un dicho popular: ¿O estás conmigo, o estás contra mí? 

¿Ustedes qué piensan? 

Por eso aquí los dejo con el refrán estilo Pegaso: “¿Pues no afirmabas que poseías las características de un aderezo picante?” (¿Pos no que muy salsa?)