La Pasión de Cristo y la pasión del mundo

Opinión

Santo Cabral Luciano Presbitero 

Este mundo que poco a poco ha sacado a Dios de su vida, ha olvidado también el sentido de la palabra pasión, malversando su real significado: “Padecer con dolor para purificar lo que ha sido contaminado” y, lo que fue contaminado, es el corazón del hombre por el pecado. Actualmente la palabra pasión se asocia al placer que se experimenta en una acción de tipo sensual o deleite de los sentidos que resulta emocionante; de manera que incluso en los medios de comunicación para vender algún producto o servicio es con el fin de evadir o quitar el sufrimiento.

En lo que se refiere a la “Pasión de Cristo” su esencia, es la forma en que Cristo nos liberó de nuestros pecados, y nos alcanzó la gracia y la salvación. En este tiempo hablar de la Pasión de Cristo puede sonar bien si es el Hijo de Dios quien se entrega, pero no como un sacrificio personal. ¿Por qué nos resulta pesado y doloroso seguir a Jesús? Es el ser humano quien se convierte en defensor de su soberbia y obstinado en el pecado.

El triunfo en la lucha contra satanás no se gana sin la Pasión al estilo de Cristo Redentor, Siervo de los siervos de Dios. Nuestra frágil naturaleza se inclina con frecuencia por lo más fácil, sin sacrificio. La obra de Cristo en la cruz fue pesada, porque El subió a ella con todos los pecados de la humanidad. Por eso la pasión del Señor tiene una razón trascendente, porque está unida a la voluntad del Padre. Desde el embarazo de María y el nacimiento de Jesús en Belén, ya se inicia en cierta manera el recorrido de la pasión del Señor. Luego, toda la vida de Jesús es una pasión: Su predicación, el llamado y la formación de sus discípulos, curar a los enfermos, dar vista a los ciegos, perdonar los pecados, resucitar los muertos, el rechazo de los jueces y autoridades judía, junto a los planes para matarlo.

Cristo padece por todos los hombres, pero no todos padecen por Cristo. La pasión de muchos está distanciada de la Pasión del Señor. Hay gente que tiene pasión por el dinero, el placer –sexo desenfrenado, la fama, el poder, el trabajo, el confort, viajar, comer, estudiar, investigar-  al finar de la jornada todo es sin Dios; tarde o temprano eso cansa y lleva al sin sentido de la vida.

Como hemos dicho el mundo mercantilista, nos vende la idea de una vida sin dolor y sufrimiento, incluso hay grupos pseudo religiosos que se encargan de predicar una vida cristiana sin dolor y muy prospera. Por los medios de comunicación Social, Tv y las redes sociales, se nos vende la idea de que la vida hay que gozarla, porque eso es lo que uno se lleva, pero mentira de satanás, ya que nada trajimos a este mundo y nada llevaremos de él. De esta vida sólo llevamos las obras que hagamos según la Voluntad de Dios.

El cristiano no busca el sufrimiento por el sufrimiento como un fin en sí mismo, no puede tenerlo como una meta, ya quenuestra meta es la santidad. Es en el paso de la vida donde el sufrimiento se presenta como una oportunidad para dar testimonio del amor y la misericordia de Dios.

La pasión de Cristo desde la realidad actual se entiende como un proceso o acontecimiento donde el hombre tiene que volver a mirar a su interior, recoger la mirada perdida en cosas superficiales y cegueras espirituales. El llamado de volver a su interior, es la mira a su corazón, donde puede contemplar el rostro amoroso del creador. Jesús para poder redimir al hombre del pecado y sus consecuencias, nunca apartó la mirada hacia el Padre del cielo. El hombre moderno pos-moderno ha apartado la mirada de Dios, desviando su corazón de sus caminos y sus preceptos.

Para el mundo la pasión de Jesús es más incomprendida, por el paso de la muerte. Lo que la gente intelectual de aquellos tiempos y también los de hoy no pudieron aceptar es que siendo Hijo de Dios muriera, podía padecer como todos, pero no morir, indefenso y silencioso. En Jesús, la muerte tiene un tono diferente, ante de Jesús morir en sus últimas palabras dijo: “todo está cumplido”, ya en su predicación en la sinagoga nos había dicho que: “no he venido a abolir la ley y los profetas, sino  dar su plenitud”. Plenitud y el todo cumplido tiene mucha relación en la vida de Jesús. En este momento se salvaron todos los que creyeron en su palabra y alcanzaron su perdón. Muchos siguieron obstinados en su soberbia y orgullo y fueron derrotados junto a satanás arrojados al infierno. Cristo con su muerte vence a satanás, Cristo tiene que morir para reinar en el cielo y la tierra, así el enemigo no tiene poder sobre los hijos de Dios.

La muerte de Cristo fue necesaria para que el hombre tuviera vida eterna. Jesús le dice  sus discípulos sobre la muerte de su amigo Lázaro: “él no está muerto, está dormido y si duerme es porque resucitará para la gloria de Dios”. Y dando la firmeza en la fe a Martha le dijo: “No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios”. Si mi muerte es para la gloria de Dios, prefiero una muerte para la gloria, que una vida sin esa gloria. Sólo tenemos que decir: Señor ayúdame a llevar una vida para tu gloria, de modo que ni la vida ni la muerte, me impidan resucitar contigo. La Pasión de Cristo y la pasión del mundo.

Este mundo que poco a poco ha sacado a Dios de su vida, ha olvidado también el sentido de la palabra pasión, malversando su real significado: “Padecer con dolor para purificar lo que ha sido contaminado” y, lo que fue contaminado, es el corazón del hombre por el pecado. Actualmente la palabra pasión se asocia al placer que se experimenta en una acción de tipo sensual o deleite de los sentidos que resulta emocionante; de manera que incluso en los medios de comunicación para vender algún producto o servicio es con el fin de evadir o quitar el sufrimiento.

En lo que se refiere a la “Pasión de Cristo” su esencia, es la forma en que Cristo nos liberó de nuestros pecados, y nos alcanzó la gracia y la salvación. En este tiempo hablar de la Pasión de Cristo puede sonar bien si es el Hijo de Dios quien se entrega, pero no como un sacrificio personal. ¿Por qué nos resulta pesado y doloroso seguir a Jesús? Es el ser humano quien se convierte en defensor de su soberbia y obstinado en el pecado.

El triunfo en la lucha contra satanás no se gana sin la Pasión al estilo de Cristo Redentor, Siervo de los siervos de Dios. Nuestra frágil naturaleza se inclina con frecuencia por lo más fácil, sin sacrificio. La obra de Cristo en la cruz fue pesada, porque El subió a ella con todos los pecados de la humanidad. Por eso la pasión del Señor tiene una razón trascendente, porque está unida a la voluntad del Padre. Desde el embarazo de María y el nacimiento de Jesús en Belén, ya se inicia en cierta manera el recorrido de la pasión del Señor. Luego, toda la vida de Jesús es una pasión: Su predicación, el llamado y la formación de sus discípulos, curar a los enfermos, dar vista a los ciegos, perdonar los pecados, resucitar los muertos, el rechazo de los jueces y autoridades judía, junto a los planes para matarlo.

Cristo padece por todos los hombres, pero no todos padecen por Cristo. La pasión de muchos está distanciada de la Pasión del Señor. Hay gente que tiene pasión por el dinero, el placer –sexo desenfrenado, la fama, el poder, el trabajo, el confort, viajar, comer, estudiar, investigar-  al finar de la jornada todo es sin Dios; tarde o temprano eso cansa y lleva al sin sentido de la vida.

Como hemos dicho el mundo mercantilista, nos vende la idea de una vida sin dolor y sufrimiento, incluso hay grupos pseudo religiosos que se encargan de predicar una vida cristiana sin dolor y muy prospera. Por los medios de comunicación Social, Tv y las redes sociales, se nos vende la idea de que la vida hay que gozarla, porque eso es lo que uno se lleva, pero mentira de satanás, ya que nada trajimos a este mundo y nada llevaremos de él. De esta vida sólo llevamos las obras que hagamos según la Voluntad de Dios.

El cristiano no busca el sufrimiento por el sufrimiento como un fin en sí mismo, no puede tenerlo como una meta, ya quenuestra meta es la santidad. Es en el paso de la vida donde el sufrimiento se presenta como una oportunidad para dar testimonio del amor y la misericordia de Dios.

La pasión de Cristo desde la realidad actual se entiende como un proceso o acontecimiento donde el hombre tiene que volver a mirar a su interior, recoger la mirada perdida en cosas superficiales y cegueras espirituales. El llamado de volver a su interior, es la mira a su corazón, donde puede contemplar el rostro amoroso del creador. Jesús para poder redimir al hombre del pecado y sus consecuencias, nunca apartó la mirada hacia el Padre del cielo. El hombre moderno pos-moderno ha apartado la mirada de Dios, desviando su corazón de sus caminos y sus preceptos.

Para el mundo la pasión de Jesús es más incomprendida, por el paso de la muerte. Lo que la gente intelectual de aquellos tiempos y también los de hoy no pudieron aceptar es que siendo Hijo de Dios muriera, podía padecer como todos, pero no morir, indefenso y silencioso. En Jesús, la muerte tiene un tono diferente, ante de Jesús morir en sus últimas palabras dijo: “todo está cumplido”, ya en su predicación en la sinagoga nos había dicho que: “no he venido a abolir la ley y los profetas, sino  dar su plenitud”. Plenitud y el todo cumplido tiene mucha relación en la vida de Jesús. En este momento se salvaron todos los que creyeron en su palabra y alcanzaron su perdón. Muchos siguieron obstinados en su soberbia y orgullo y fueron derrotados junto a satanás arrojados al infierno. Cristo con su muerte vence a satanás, Cristo tiene que morir para reinar en el cielo y la tierra, así el enemigo no tiene poder sobre los hijos de Dios. La muerte de Cristo fue necesaria para que el hombre tuviera vida eterna. Jesús le dice  sus discípulos sobre la muerte de su amigo Lázaro: “él no está muerto, está dormido y si duerme es porque resucitará para la gloria de Dios”. Y dando la firmeza en la fe a Martha le dijo: “No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios”. Si mi muerte es para la gloria de Dios, prefiero una muerte para la gloria, que una vida sin esa gloria. Sólo tenemos que decir: Señor ayúdame a llevar una vida para tu gloria, de modo que ni la vida ni la muerte, me impidan resucitar contigo.