¿En términos políticos, para qué sirve un debate?
¿Sirve para ampliar los espacios democráticos en el territorio sobre el cual se disputa la autoridad y el mando?
¿Es de utilidad, para confrontar proyectos y formas de gobernar?
¿Se gana y se pierde una elección en un debate?
¿Crecen políticamente los candidatos que participan en ese evento?
Lamentablemente en Tamaulipas, sirve para maldita la cosa.
Hemos visto ese tipo de encuentros, de tan baja calidad –en el sentido de la preparación, por parte de la autoridad electoral, como en las retóricas pobres de los participantes, y no se diga de la presencia de los moderadores y moderadoras que han hecho un papel tan triste como de pena ajena–, que no se antoja y mucho menos se disfruta verlo y escucharlo.
En función del rol didáctico para un ciudadano que aspira a tener información para encauzar su voto, es patéticamente inútil y grotescamente innecesario.
De otra forma: si la autoridad electoral actuara con decoro, imparcialidad y legalidad; si los actores –es decir: los aspirantes– llevaran a ese encuentro con fortalezas ideológicas, respeto por los valores democráticos: inclusión, tolerancia, respeto a la palabra ajena, etc.; si los moderadores, actuaran con elegancia por su actitud imparcial; si los debatientes, llevaran a esa contrastación de ideas, con claridad sus programas de gobierno, otro gallo nos cantara.
¿Cuál fue el resultado del primer debate?
1.- Parcialidad de la moderadora.
2.- Incumplimiento de los protocolos delineados para el acontecimiento.
3.- Descalificaciones del otro; algunas de forma, bizarras y repugnantes.
4.- Mantuvo la aguja de las preferencias, exactamente como estaba antes del choque de aspirantes.
5.- Todos los postulados, se dijeron ganadores.
El segundo debate oficial –convocado por el Instituto Electoral de Tamaulipas– es más que irrelevante; y por lo mismo, prescindible.
Américo Villarreal Anaya, anunció que no asistirá. Para ello, soltó una serie de precisos argumentos; siete, para ser precisos. Ni falta ni sobra, una coma en el comunicado que hicieron público los partidos que abanderan al cardiólogo.
En otro escenario –autoridad electoral, justa e imparcial, partidos y candidatos, propositivos y con sólida ética política, y moderadores con ecuanimidad y equidad políticas– el anuncio de Villarreal Anaya, hubiera sido un error, un garrafal error.
Con una autoridad bajo sospecha, –de lo cual se derivan, los peores hechos calamitosos que un ciudadano pueda imaginarse– la retirada de AVA, es un acierto.
Para cerrar esa certera estrategia guinda, MORENA-PV-PT están convocando para un masivo evento en donde su candidato desglosará su plan de gobierno.
Pulcro cierre de pinza.
Puso el balón en la cancha del Truco Verástegui, quien tendrá en la portería a un Arturo Diez, –en caso de no cancelarse esa práctica– que ciertamente: empezó de cero y se ha quedado en cero.
Sólo resta esperar, la respuesta del Truco a esa jugada de pizarrón de MORENA.
Tendrá que decidir el ciudadano: prender la pantalla para ver un debate mutilado, o visualizar y oír el discurso de Villarreal Anaya este domingo a la misma hora, aunque desde diferente lugar.
Disfrutemos esta democracia nuestra.