Para quienes no coincidimos con la narrativa ideológica de quienes son totalmente Palacio, la mezcla de personalidades proyectadas por el mandatario mexicano resulta un verdadero galimatías, explicable, sí; aunque el tema genera angustias, gastritis, ataques de ansiedad y agruras.
Independientemente de los diagnósticos especializados que se ofrecen en las redes sociales, en opinión de este escribano, hay una eficaz mezcla entre los comportamientos expuestos por el presidente.
Van desde la interpretación personal del espíritu de Bolívar -que, en escena es algo así como Dragon Ball salvando al universo- seguido de la certeza de ser la re-encarnación del divo de Guelatao; la mimetización de un híbrido entre Hugo Chávez y Calígula, para seguir un script que lo asemeja más a Hitler en el culmen del III Reich.
¿Extraño?, sí, pero no tanto. Veamos algunos rasgos leves, porque el tema da para mucho más espacio que el concedido.
1. Es de dominio público que, al más puro sentir del chavismo, el ejecutivo mexicano odia -con mención horrorífica- a la OEA, y que, por lo mismo, la idea de fundar la Unión de Repúblicas Socialistas Bolivarianas le sigue dando vueltas en la cabeza. Por supuesto, él sería el mandamás de todos, “para que aprendan”, como suele decir. Por lo mismo, el aviso de que no asiste a la Cumbre de las Américas si no invitan a Nicolás Maduro, a Daniel Ortega y a Díaz Canel, es un buen golpe mediático, pero irrelevante en términos reales.
2. Igualito que Fidel Castro, Hosni Mubarak, Recep Tayyip Erdoğan O Mao Tse Tung, hay espacios en el gabinete mexicano para instrumentar medidas semejantes a las aplicadas recientemente por la Asamblea Nacional de Cuba, que recién aprobó una nueva legislación, para evitar nuevas protestas antigubernamentales como las que el verano pasado agitaron el país, en particular, después de diez meses después de las masivas protestas antigubernamentales, por lo que se validó un nuevo Código Penal que trata de evitar la repetición de esos hechos y preservar el actual régimen socialista.
3. Totalmente fuera de la “medianía juarista”, pero siempre haciendo alusión a la entelequia esa de la austeridad -bien llamada “austericidio”- lo sucedido en la estructura del muy manoseado Tren Maya, también es sintomático: porque luego de la salida de Rogelio Jiménez Pons de la dirección de Fonatur, más de 100 funcionarios han renunciado. ¿Las causas? Dejaron sus puestos ante presiones -de acuerdo con la nota de Reforma- de los nuevos mandos para firmar los aumentos millonarios al proyecto del Tren Maya, en los tramos donde ya comenzaron los trabajos.
Algunos de los contratos que deben firmar para el proyecto federal alcanzan hasta los 800 millones de pesos, denunciaron los ex funcionarios a Grupo REFORMA.
4. En “Radio Pasillo” se insiste en que el presidente tiene un as bajo la manga: Cerrar las puertas y poner en el ruedo a que se desplumen Claudia Sheimbaum, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, con el propósito de que, si alguien queda de pie, no será un buen gallo como para competir con Andy, el hijo inteligente del presidente. Además, tanto a la jefa de gobierno como al secretario de relaciones exteriores, les seguirá pesando -como bien señala Ricardo Rocha- los muertitos de la línea 12 del Metro. Por eso mismo, el encono y la rabieta de la señora Sheimbum versus el Informe sobre la tragedia. Obvio, la hallaron culpable.
5. Como dice el maestro Guillermo Torres Quiróz, las bravatas contra los Estados Unidos y la postura presidencial, particularmente adoptada en el tema de Cuba, solo reflejan tres elementos: Primero, el mandatario, efectivamente, le está haciendo el trabajo sucio a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Segundo, Biden debe estar riéndose en el Salón Oval; y tercero, el mandatario mexicano -querámoslo o no- sigue fielmente las indicaciones del país del norte en el asunto de los migrantes, lo mismo que sucedió con Trump bajo las amenazas de incrementar los aranceles.
6. Y, cerrando con broche de platino y mención especial, el ridículo universal derivado de la compra de la Refinería Deer Park, que acumula tres años con pérdidas. Se estima, de acuerdo con la nota de El Universal, que la merma acumulada ascendió a 17 mil 739 millones de pesos.
Con razón se dice que, si a la 4T le encargaran administrar el desierto del Sahara, en una cuantas semanas, habría una grave escasez de arena.