Por René Mondragón
GENIO
Es bien conocido que al mandatario mexicano no se le da eso de respetar la ley, guardar la Constitución ni observar el estado de derecho, aunque durante más de 20 años criticó a los que gobernaban un “estado de chueco”. Claro, cuando le resulta conveniente, “hay que respetar la investidura presidencial” y cuando no, todos podemos “irnos al carajo”
Es el síndrome del dictador. Ya se sabe. El presidente impone y lo demás no importa. Lo ha hecho con varios figurines representativos de la corrupción a la más alta escuela. A ellos les esconde las casas grises o moradas; les pone debajo de la alfombra todo tipo de rapacidades sin importar si los hechos se dan en la UIF de Santiago Nieto, en la Fiscalía General de Gertz Manero, EL Metro de Florencia Serranía; en el AIFA, en la ASF, en los escondrijos de las vacunas, la madera de la criminal tala para el Chu-chu Maya o el desaseado tema de Dos Bocas o el INSABI.
CERCANÍAS AL PODER
Sin importar nada más, sin tomar en cuenta a las víctimas y serpenteando para brincar la ley o inventar reglamentaciones a modo que le den la vuelta a la normatividad, el presidente va ahora, a salvar el pellejo -y los ingresos- de Pedro Salmerón Sanginés.
Este personaje destacó “y saltó a la fama”, perdonando el lugar común, por dos temas concretos: Primero, porque el señor -de acuerdo con la nota de El Universal- fue rechazado para encabezar la representación diplomática de México en Panamá; y además, porque se dio a la luz pública que el historiador es presunto responsable de una serie de acusaciones de acoso sexual.
UN PAR DE REACCIONES
La primera fue que se destapó una cloaca impresionante alrededor del tema del acoso; llamando fuertemente la atención de la clase política nacional, que el presidente haya dicho, de acuerdo con la misma nota que: El pasado 1 de febrero en su conferencia de prensa matutina el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que la canciller panameña Erika Mouynes actuó como si fuese la Santa Inquisición, tomó la decisión de rechazar la nominación de Salmerón Sanginés como nuevo embajador de México.
En seguida, anunció que Salmerón fuese su asesor. (sic) ¿Qué le debe el presidente a Salmerón? ¿Qué los une como para exponer el cutis presidencial? Es pregunta.
DE BRONCA EN BRONCA
Al chiquiado del presidente siempre se le ha visto envuelto en polémicas fuertes y uno que oro escandalito.
De acuerdo con la nota de Pedro Villa y Caña y Alberto Morales, desde el 2019 se metió en broncas, cuando renunció como director del INEHRM. Quizá algunas de mis bellísimas lectoras y amables lectores, recuerde el suceso. Fue cuando Salmerón aseguró contundentemente que, un comando de valientes jóvenes de la Lig comunista 23 de Septiembre intentó el secuestro de Don Eugenio Garza Sada en 1973, quien finalmente fue asesinado.
Es decir, el aplauso al crimen organizado. Más tarde, Salmerón se conflictuó en agosto de 2021 cuando escritora Brenda Lozano fue designada como agregada cultural de la embajada de México en España. Brenda lo señaló como un furibundo militante “escuchado por el poder” Ahora se demuestra que Salmerón no solo es escuchado, sino también protegido y beneficiario de la 4T.
EN SÍNTESIS
En el caso Salmerón, se demuestra nuevamente, que “Todo cabe en un jarrito que AMLO acomodará” Lo decepcionante es que, este modelito de protección y beneficios se repite por enésima ocasión en este gobierno.