La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

Santiago Nieto y la fábula de la ranita

Los frescos vientos de la transformación, siguen acariciando el rostro de Tamaulipas. Por disposiciones federales de muy alto nivel, se decidió que Santiago Nieto, no aterrizará en nuestro estado –al menos, no en este mes de álgidos escenarios de transición política y administrativa–.
Le abrieron, un espacio en el estado de Hidalgo, que le inhabilita para estar inmerso en un paisaje sociopolítico, en el cual su presencia imprimiría mayor rispidez al diferendo generado por la derrota del panismo tamaulipeco.
El doctor Nieto, es un abogado muy capaz, muy relevante en el mundo de la abogacía. Su sapiencia, lo ubica más bien en la Academia y no en la política cuyas peculiaridades, en mucho rebasan los retos de aquellos saberes.
Esa falta de adaptación, del ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), le hizo caer en exceso de un principiante de la política: coexistir –y casi complotar– con los enemigos de su patrón, pensando que la libertad de elegir y de actuar son totales y propios en la vida de los proyectos ideológicos.
La caída de la gracia de la IV T, del jefe de la UIF, fue de novato.
Casó con una dama de la élite panista.
Hasta ahí, todo normal.
Como todas las novias, tienen sueños; sueños, que todo novio enamorado que se respete, debe y tiene que cumplir.
Se le ocurrió a la desposada, que su enlace, fuera en un lugar paradisiaco, tal y como lo recomiendan las narrativas principescas.
Nieto, nada le podía negar.
Nada.
Lo que se dice nada.
¿Qué pidió la feliz chica?
Todo dentro de lo cumplible para un poderoso alfil del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
La ceremonia nupcial, sería en el palaciego casco de una hacienda en algún país de Centroamérica. (Guatemala, se supo de inmediato).
Todo de lujo: menú, bebidas, postre, manteles, invitados.
¿Invitados?
Sí, picudos invitados.
Ahí fue, donde la puerca torció el rabo.
Estuvieron presentes, panistas de alcurnia como Josefina Vázquez Mota y la priista, Carolina Viggiano. Algunos periodistas de diversos medios nacionales, –detractores de AMLO– disfrutaron el enlace del hasta ese día, lopezobradorista.
Otro dato: en corrillos, se susurraría que el avión en el cual se trasladaron los novios, fue facilitado –gratis– por el dueño de periódico El Universal Juan Francisco Ealy Ortiz, uno de los más descarnados críticos del presidente.
Acción retadora la de aceptar la aeronave y la de recibir alegremente otros regalos del editor.
Sin miramientos, fue echado del paraíso por el señor.
Otro error de Nieto, fue poner en riesgo la carrera de Claudia Sheinbaum: involucró a una de sus operadoras en movimientos ilícitos de dólares.
En fin, Santiago, no es lo que algunos tamaulipecos consideraban: la kriptonita contra Francisco García Cabeza de Vaca. Sus debilidades por la dulce vida y los elementos que conlleva, hacen del ex comandante de la UIF, un elemento tóxico para cualquier gobierno.
Se salvó Tamaulipas; o más bien, los ojos de la IV T que todo lo ven, salvaron a Tamaulipas.
El bueno de Chago, es el ejemplo didáctico de la fábula de la ranita:
Cuentan que un osado batracio, intentó ganarle al tren.
No pudo.
Dio un esforzado brinco, que apenas le permitió cruzar dejando su colita, aplastada en los acerados rieles.
Gritó de dolor cuando se percató de la pérdida de tan apreciada pieza corpórea.
Valiente, el animalito, quiso regresar por su atractiva parte.
No encontró su sensual miembro; pero sí, enfrentó la fatalidad: el tren mochó su cabeza.
La moraleja es sencilla: la ranita, perdió la cabeza por una colita.
Muy triste.

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