Por René Mondragón
EL IMPERIO DE LA MORDAZA
Es de dominio público que los populismos y totalitarismos -de izquierda o derecha- tienen elementos comunes y recurrentes. Uno de estos, se centra fundamentalmente, en la anulación de las libertades, iniciando por la de disentir y/o expresar la opinión personal, en especial, sobre el régimen opresor y represor que justifica con un movimiento legaloide, la eliminación de estos valores democráticos.
Para los dictadorzuelos de pacotilla, a la eliminación de cualquier opinión que se oponga a sus intereses ideológicos, le siguen la persecución y exterminio de la libertad de emprender y en seguida, de la libertad de creer. Se trata, sin duda, de una nueva forma de esclavitud provocada por las tiranías actuales y pasadas. Recep Tayyip Erdoğan en Turquía, Noriega en Panamá, Fidel en Cuba, Chávez y Maduro en Venezuela, son una obligada referencia. Son los Ayatollah del populismo.
LA PERSECUCIÓN CONTRA LA IGLESIA
En la estructura mental de los dictadores, cualquier signo de oposición a sus intereses, determinaciones, decisiones jurídicas o verborrea discursiva, son calificadas como “traición a la Patria”, en el entendido de que el dictador se siente la más sublime expresión de “la patria”. Por eso también, la insistencia en la pueril retórica del “yo ya no me pertenezco”, precisamente, porque son “la encarnación misma de la patria de la nación y del estado”
El modelito se presenta usualmente, en dos envases: El primero es la persecución directa, sangrienta incluso, como ya se vivió en México con la expulsión de clérigos y no pocos miembros de la jerarquía católica.
La otra presentación consiste, simple y llanamente, en “dejar hacer”. Algo parecido a lo que sucedió, en su momento, cuando Marcelo Ebrard estaba al frente de la CDMx y que, no impidió que una turba agrediera al Cardenal Rivera Carrera. La omisión también es culposa.
Se podría calificar como una “tercera forma”, la empleada por el presidente mexicano, quien -lejos de presentar sus condolencias a la grey católica y a los jesuitas en particular- se limitó a llamar “hipócritas” a los sacerdotes que quieren ya, se acaben los abrazos a los delincuentes, porque ya no alcanzan los apapachos presidenciales. Bueno, hasta Muñoz Ledo ha abordado el tema sin que nadie de la 4T lo desmienta.
RELEVANTE
Estos tópicos son relevantes, porque el inquilino del fortificado alcázar llamado Palacio Nacional, viene caminando la misma ruta de los dictadores que tanto defiende, aún contra los intereses de México.
Dicho de otra manera, solo le falta al tabasqueño un “¡Tengan para que aprendan!” dirigido a Monseñor Ramón Castro y todos los obispos que se aglutinan en el Venerable Episcopado Mexicano; o bien, lo que los mande encarcelar y someterlos a prisión preventiva oficiosa -no sea que se vayan con el chisme a Roma- por andar soliviantando al pueblo bueno y sabio.
¿EXAGERADO?
A este escribano le parece que ahora, ya estamos en el umbral de vivir sucesos idénticos como los que acaban de darse en Nicaragua.
En síntesis: La libertad de expresión y de disenso acaba de ser pisoteada por Daniel Ortega y su señora, al ordenar el cierre de siete medios de comunicación católica en la diócesis de Matagalpa. De acuerdo con las notas periodísticas, la mordaza a los medios católicos se da, después de la persecución que realizó la policía en contra de la persona del Obispo Rolando Álvarez Lagos, quien además, protestó con un ayuno. No sirvió de nada, pues las huestes de Ortega, cerraron el canal.
Y para que no haya dudas, en el municipio de Sébaco, en la Parroquia Divina Misericordia centro de operaciones de la radio católica, los policías se robaron los equipos de transmisión. A pesar de ello, vía redes sociales se intentó continuar con la transmisión, hasta que les cortaron la luz. Obvio, varios vecinos y feligreses quisieron impedir el robo y la policía los recibió con armas y grupos de paramilitares, golpeando de forma salvaje a quienes intentaron impedir el saqueo y allanamiento.
ADEMÁS, “TODO EL PESO DE LA LEY”
Por si no fuera suficiente este ejercicio en contra de la libertad, de sociación, de creencias y de expresión y disenso, se condenó a prisión a un sacerdote de la ciudad de Masaya, porque el cura “agredió” a una fanática sandinista. Otro sacerdote más de la ciudad de Boaco, fue acusado de “abusar de una joven” Ni una sola prueba.
Independientemente de las connotaciones teológicas de estos sucesos, para los mexicanos sí puede interpretarse como una fuerte llamada de atención a lo que está por suceder. Ya lo dijo John Ackerman: Los peores enemigos de la 4T son el Ejército y la Iglesia.