EL SINODAL DE TAMAULUIPAS
Ciudad de México.- En septiembre pasado, apenas dos meses antes de que iniciara la Copa del Mundo de Qatar 2022, en la opinión pública de Inglaterra se debatió si era pertinente que Gareth Southgate (Watford, Reino Unido, 3 de septiembre de 1970) continuara al frente de su selección, como si de nada sirviera el Subcampeonato logrado en la Eurocopa 2020 (realmente jugada en junio y julio de 2021) o el cuarto puesto obtenido en Rusia 2018.
Espantados por el último lugar obtenido en el Grupo 3 de la Liga de Naciones con apenas tres puntos, los críticos del estratega pusieron sobre la mesa la capacidad de un estratega que parecía haber trazado un camino triunfador que debía tener como pico la justa mundialista, impulsados por decisiones cuestionables como mantener a Harry Maguire, apenas considerar a Trent Alexander-Arnold o sostener un sistema de juego que regala pocos goles, algo contradictorio con la rica actualidad que se vive en el futbol inglés.
“Creo que soy la persona adecuada para llevar al equipo al torneo”, dijo Southgate. “Creo que es más estable de esa manera, sin duda”, añadió entonces el entrenador, sabedor de que las malas rachas no deben cortar con un proceso que al final ha dado los mejores resultados a Inglaterra desde que jugó las Semifinales del Mundial de 1990.
“En el pasado hemos tenido rachas de amistosos, o lo que sea que sean los partidos, y luego hemos ido a torneos y esa es la primera vez que nos enfrentamos a una oposición de alto nivel y nos ha golpeado en la cara con bastante frecuencia”, añadió.
Cuestionado desde el inicio
Mientras estrategas como Jürgen Klopp, Pep Guardiola o Antonio Conte brillan en los banquillos de la Premier League, al frente del representativo se encuentra un estratega con un corto recorrido y que incluso tiene en su currículum un descenso a la Championship al frente Middlesbrough, lo que ayuda a encender las críticas en su contra.
En la prensa inglesa se menciona que la tranquilidad que transmite se confunde con debilidad, aunque distó que fuera así, apoyado en un grupo de jugadores que lo respaldó a pesar que había sido nombrado en septiembre de 2016 como timonel del representativo mayor después de tener experiencia al frente de la Sub-21.
Contrario a lo que se pensaba, su primera decisión fue prescindir de Wayne Rooney, una vaca sagrada del futbol inglés que parecía intocable, para a partir de ahí construir una selección repleta de jóvenes a los que les mostró toda su confianza, a pesar de los cuestionamientos que pudieran ganarse en el camino –el más claro ejemplo, el de Maguire–.
El efecto Pep Guardiola
Pero no sería factible solo con las buenas intenciones, sino que también le dio forma a un estilo de juego, apoyado en ideas de la Premier League, especialmente esas relacionadas a Guardiola, en las que la presión al rival es agobiante, aunque es más rico en su forma de atacar, con la posesión de balón como bandera, sin esfuerzos que sean infructuosos.
“Creo que Guardiola ha tenido un gran impacto en el futbol inglés. El impacto de ver al Barcelona hace unos años fue enorme, también para los jugadores jóvenes. Él ha sido un innovador. Ahora cuando veo a niños jugando, les veo saliendo con el balón jugado desde atrás. No veo a técnicos con las manos en la cabeza diciendo: ‘sácala hacia adelante’”, analizó Southgate antes de viajar a Rusia 2018.
Sin embargo, ese también sería su máximo pesar, pues entre él y Guardiola hay una diferencia enorme, misma que lo ha llevado a sufrir sinsabores como los que vivió en la Nations League de la UEFA, lo que para sus críticos sería un preludio de lo que puede pasar en Qatar 2022. O tal vez no y sea capaz de poner a Inglaterra en una nueva Final del Mundial después de 56 años, porque eso de callar bocas se le da bien.
