AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Diez 

La siguiente frase está llamada a ser una de las más importantes en la historia de México.  

Merece estar inscrita en letras de oro en los más altos estrados de la República, junto con aquella que dicen que dijo Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, o a la de Vicente Guerrero: “La Patria es primero”, o a la de Cuauhtémoc, cuando le estaban quemando los pies: “¿Acaso crees que yo estoy en un lecho de rosas?” 

La frase es la siguiente: “A México le falta un 10”. 

Y no me refiero al candidato a gobernador del partido Movimiento Ciudadano que en campaña recorrió todos, todos los municipios de Tamaulipas, sino a un jugador de futbol que porte con justicia el número 10 en su camiseta. 

Ya que el futbol y la virgencita de Guadalupe son lo más importante que hay en la vida para nuestra raza de bronce, estarán de acuerdo conmigo en que la propuesta para inmortalizar esa máxima está más que justificada. 

Hay algunos que dirán: “Pegaso, estás mal. La Selección Nacional de futbol sí tiene un jugador con el número 10. Se llama Alexis Vega, y es de Las Chivas Rayadas del Guadalajara”. 

A lo que yo contesto: “Mmmmmhhhh. No es a lo que me refiero. Me refiero a un “10” de verdad, a alguien que en el terreno enemigo desbalancee, anote goles, gambetee, tenga gran resistencia, cuente con un disparo potente y tenga el carisma necsario para atraer la atención de todo el mundo. 

Pelé, Maradona, Platini, Messi, Ronaldinho, Totti, Zidane, Del Piero, Zico, Gullit, Matthäus, Blanco, Puskás, Kempes, Neymar y muchos otros que han pasado a la historia del deporte de masas, que es el futbol socker, han portado con dignidad el número 10. 

Incluso hubo “nueves” que en realidad eran “dieces”, como Hugo Sánchez, el pentapichichi, con 487 goles anotados en clubes, declarado como el mejor futbolista mexicano del Siglo XX. 

El número 10, en un equipo de futbol profesional debe estar apartado solo para las verdaderas estrellas, no para los payasos. 

Los centros delanteros deben ser especialistas en su campo, que es anotar goles.   

Si a nivel profesional vemos que hay posgrados, maestrías y doctorados, ¿por qué no especializarse en cada sección de la cancha? ¿Por qué no puede haber uno o más jugadores gambeteros? ¿Por qué no uno o más volantes? ¿Por qué no uno o más recuperadores de balón? 

Yo veo viejos vicios que me resultan sumamente ridículos. A ver, ¿por qué nuestros defensas son todos chaparros y flacos? ¿Por qué no buscar en los cuadros básicos y entre los jugadores llaneros a jóvenes de buena altura que se puedan poner al tú por tú con los gringos, alemanes y rusos, que miden como dos metros los cabrones? 

¡Siempre ponen a los más chaparros! 

Y no me salgan con que Maradona estaba casi de la misma estatura que Tun Tún, porque su corta talla la compensaba con toda la droga que se metía antes de entrar a la cancha. 

Vayan los de la Federación Mexicana de Fútbol a los llanos. Ensúciense los zapatos los preparadores técnicos de la Selección. Inviertan los patrocinadores una buena lana para encontrar al “10” de la Selección Mexicana. Debe andar por ahí, perdido, esperando una oportunidad para aparecer, porque actualmente todos los reflectores se los llevan los bufones que dizque defienden los colores de nuestro país en justas internacionales como el Mundial de Futbol de Qatar. 

Me dio risa y luego coraje ver cómo un periódico de circulación nacional cabeceó así la nota sobre la atajada del portero mexicano Guillermo Ochoa: “¡Alabado sea tu nombre!” 

Una amiga mía dijo en su espacio informativo: “¡Pues esa es precisamente su chamba, atajar pelotas!” 

Por cierto, para portero, los encargados de la selección deben buscar a un jugador con los reflejos de El Hombre Araña, la velocidad de Flash y el carisma de Deadpool. Vayan buscándolo. 

Por lo pronto, los dejo con el refrán estilo Pegaso, cortesía de “El Perro” Bermúdez: “¡La poseía, era de su propiedad, le permitió escabullirse!” (¡La tenía, era suya, la dejó escapar!)

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