Por René Mondragón
OPORTUNIDAD
Ahora, cuando en nuestro país campean las ideas de que el empresariado -así, en globo y muy generalizado- forma parte de los adversarios del presidente, del grupo “fifí”, de los militantes conservadores y neoliberales, algunas de nuestras adorables lectoras y gentiles lectores, envió a esta mesa de trabajo, el reciente mensaje que SS Francisco dirigió a miembros de la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios y de la Confederación de Empresarios de Galicia.
NUEVOS ENFOQUES
Al escribano le parece que el texto integra una nueva concepción y visión de la extraordinaria e importante tarea social y económica que asume el empresario y el emprendedor.
Inicialmente, el Pontífice no deja de reconocer la existencia de quienes tienen mucho de todo y aquellos que carecen de capacidad de decisión, de nula responsabilidad y que viven en condiciones infrahumanas.
GENIALIDAD CREATIVA
Aparejado a estas observaciones, se plantean para empresarios y emprendedores, tres enfoques de lo más interesante.
El primero de ellos, pareciera totalmente ajeno al mundo de la empresa. Es de imaginarse la cara de la audiencia, cuando Francisco les propuso la primera idea para acompañar la vida del empresario: “La Profecía”
Quiero suponer que mis bellísimas lectoras y gentiles lectores, también levantaron las cejas ante tal expresión.
De inmediato, el Papa irrumpió: En la biblia, sostuvo que la palabra “profeta” tiene el significado de “Aquél que habla en nombre de Dios”… “el que transmite Su mensaje”… y “ través del cual, favorece un cambio en su entorno”
Nada más certero que tal aseveración. ¿Es posible que el empresario hable en el nombre de Dios? Sin duda. Porque Dios es “padre”, origen de la expresión “patrón-patrono” que acredita a quien cuida a quienes han sido confiados a su ámbito de acción y autoridad.
Pero, hay más. El liderazgo del hombre y la mujer de empresa tiene claro que su tarea trasciende las paredes de la plata y la oficina corporativa. Se trata de dirigir a seres humanos con un altísimo sentido de la dignidad de cada persona y de todas las personas, con evidencias de verdadera solidaridad, de eficaz subsidiaridad y contribuciones al bien común. Y es ahí en donde las mujeres y hombres empresarios, se distinguen de los meros negociantes.
Por definición, la empresa echa raíces y asume la consecución de tres beneficios sociales fundamentales: la generación de empleos; los sueldos y salarios y la educación-capacitación del talento humano de la empresa. Por eso es adecuado el calificativo inicial. Por ello mismo, el empresario cambia su entorno,
En una segunda visión, Francisco asegura que el hombre y la mujer de empresa deben atender “el cuidado de la relación con Dios”, y explica por qué: cuando se cuida la salud espiritual, se producen frutos abundantes.
Y el concepto adquiere igualmente, varios matices adicionales. La formación de fortalezas y virtudes de colegas y colaboradores es básica para los procesos de desarrollo humano en la comunidad productiva. Pero, además, es fundamental, crear una cultura corporativa que forme gente exitosa y esto se logra mediante un adecuado sistema de reconocimientos al trabajo de excelencia, tanto en lo individual como en equipo.
Finalmente, la invitación es a revalorar el trabajo y la pobreza. Textualmente señaló: Con los valores del trabajo y la pobreza, que implican la confianza completa en Dios y no en las cosas, se puede crear una economía que reconcilie entre sí todos los miembros de las diversas etapas de producción, sin que se desprecien mutuamente, sin que se creen mayores injusticias o se viva una fría indiferencia.
Es decir, además de los nuevos aportes a l tarea empresarial, se abre la puerta para conceptualizar y generar una economía con rostro humano. Al tiempo.