EL SINODAL DE TAMAULIPAS
Ciudad de México.– El panista Santiago Creel Miranda estuvo ayer sujeto durante dos horas a una reprimenda por los errores que reconoció haber cometido al ocultar que negoció la presencia de militares armados en el recinto legislativo, pero descartó renunciar a la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, como se lo exigieron Morena y PT, por “romper la institucionalidad” y tratar de atribuir al Ejecutivo la intención de que el Ejército quisiera entrar al pleno.
En la primera sesión del periodo ordinario, el PAN ensayó una débil defensa de Creel, una de sus principales cartas para la elección presidencial de 2024 y de plano tiró la toalla cuando, vía remota, Carlos Ortiz Tejeda (Morena) soltó: “¿Por qué lo victimizamos, aunque lo merezca con creces? Que se quede y se destruya con su pedantería. Que no se vaya, si no puede con la presidencia de la cámara, ¿cómo va a poder con la Presidencia de la República?”
En el tablero de votación y en los altavoces del salón se vio y se escuchó al presidente de la Comisión de Cultura: “Este es un momento crucial para él. Insiste en quedarse porque no hay dignidad personal. ¡Pues dejémoslo! No es persona de grandes definiciones, como ahorita ante las críticas responde: ‘Gracias, señor diputado’. ¡Si no se trata de un fajoneo!”
Ortiz Tejeda opinó que Creel tuvo la oportunidad de dar un paso adelante, pero en cambio optó por sus aspiraciones presidenciales: “Sería un gesto político si declina, se victimiza, sale y tal vez le den la candidatura. Este es su momento, pero miren: ¡Lo está perdiendo!”
Adusto ante la imparable andanada, de negro cerrado como suele vestir ahora, Creel sólo le dijo a Ortiz Tejeda: “Le agradezco y aprecio su intervención”.
“Asumo los errores”
A todos los discursos, el panista respondió que se atenía a la decisión de la Junta de Coordinación Política sobre su presidencia, a sabiendas de que sólo puede ser destituido por el voto de las dos terceras partes de los diputados presentes.
Sin ofrecer la disculpa que le exigían, expresó: “Asumo los errores que se hayan cometido; asumo la responsabilidad”.
Morena, PT, PVEM y MC le reprocharon que haya manipulado la asistencia de militares a San Lázaro, porque primero acordó con la Secretaría de la Defensa Nacional que los efectivos se presentaran armados al Palacio Legislativo. Luego se acogió a la prohibición de que ningún legislador puede entrar armado al recinto, para decidir que la escolta y la banda de guerra se quedaran en el vestíbulo.
Esto es, concluyeron, Creel generó el conflicto para “salvar” luego a la cámara de la “militarización”.
Desde su curul, Leonel Godoy Rangel, vicecoordinador de Morena, y el coordinador del PVEM, Carlos Puente, hicieron ver a Creel que el artículo 25 del Reglamento de la Cámara de Diputados define con nitidez qué es el recinto: “El conjunto arquitectónico que alberga a la cámara, incluyendo salón de sesiones, edificios de oficinas, patios, jardines, estacionamientos y demás bienes nacionales destinados para el funcionamiento de la cámara”.
Y en ese caso, avanzó Puente, Creel violó el reglamento. “Las fuerzas armadas no vinieron aquí motu proprio”, reforzó.
El coordinador de MC, Jorge Álvarez Máynez,declaró que el PAN y el propio Creel son aliados naturales de MC, pero punzó: “¿Por qué mentir? Parece como si, incluso, el presidente (Andrés Manuel) López Obrador hubiera mandado a la escolta armada, cuando usted permitió que entraran al recinto y los fue a saludar armados”.
La coalición Va por México no defendió a Creel.
El priísta Augusto Gómez Villanueva expresó su comprensión por el “difícil papel” del panista, por tener que elegir entre aplicar el reglamento o actuar con inclinación política.
Humberto Aguilar Coronado (PAN) se limitó a señalar que tomaba la oferta de Morena al diálogo. El coordinador panista Jorge Romero ni metió las manos y su compañero Elías Lixa dijo que “no hay merma en el respaldo absoluto” a Creel.
Casi a las tres de la tarde, Ortiz Tejeda insistió al presidente de la cámara: “Aquí es donde uno debe saber si sirve o no”. Elías Lixa arrojó entonces la toalla: “Por madurez política, sin dejar de lado las diferencias, que continúe la sesión”.
Santiago Creel cerró el episodio. Minutos después dejó la conducción de la mesa a la panista Noemí Luna y no reapareció.