Corbata
Una noticia se hizo viral en los últimos días. Una maestra encargó un dibujo a sus estudiantes de primaria y una de las niñas presentó el dibujo de una cerdita a la que bautizó como “Piggie”.
Eso no tendría nada de malo si no fuera por la corbata que le puso y que tanto la maestra como muchos de los padres de familia pensaron inmediatamente que parecía un pene.
Claro. La niña no tenía la más mínima intención de dibujar un miembro masculino sino que fue hasta que una mente cochambrosa lo vio que muchos otros se dieron cuenta y entonces, vino la reacción de los mojigatos.
Me pregunto por qué esas mismas mentecitas reducidas no dicen nada cuando en las películas de Disney y en muchas otras dirigidas al público infantil proyectan no solo penes, sino vaginas, mujeres desnudas y palabras con alto contenido sexual, imbuidas subliminalmente (y a veces de manera muy evidente).
Es muy famosa la escena de Mickey Mouse abrazando a Minnie, pero lo que en realidad abraza es otra cosa; o cuando en La Sirenita, se ofrece una vista del castillo dorado de Poseidón, con columnas fálicas.
No he escuchado que los padres de familia se pronuncien en contra de esas famosas caricaturas que han sido vistas por miles de millones de niños alrededor del mundo.
Tampoco cuando Simba y su papá están sobre una roca y ven una nube de polvo que se levanta y dibuja la palabra “SEX”.
Hay miles de ejemplos de ese tipo.
La corbata que le dibujó la niña a la cerdita “Piggie”, a pesar de tener dos bolitas, estar alargada y tener una punta, sí encaja en lo que puede ser una corbata dibujada por un infante.
Dice la nota que cuando la maestra vio el dibujo por primera vez, se llevó las manos a la cara espantada, se puso de colores, se mordió la lengua, se le torcieron las piernas y lanzó una sonora imprecación.
Momentos después hizo que la chiquilla le entregara el dibujo para llevarlo a la dirección de la escuela, donde los castos directivos también sufrieron un tamafat, chiripiorca, patatús o telele, a tal grado que, alarmados, mandaron llamar a los padres de aquella infernal criatura.
“Es una corbata, mami”,-diría con su carita inocente.
Total, que la polémica se armó. Los medios de comunicación de Gringolandia y de todo el mundo le dieron vuelo como si se tratara de algo completamente extraordinario y fuera de contexto.
Lo último que se de este caso es que los ejecutivos de Disney andaban buscando a los papitos de la niña para proponerle hacer una película de “Piggie”.
Ya ven que ahora están de moda en ese estudio en particular los personajes estrambóticos, como la última película llamada “Winnie Poh”.
El argumento es que los personajes del bosque encantado, Winnie Poh, Pigglet, Tigger, Igor y los otros, eran buenos cuando Christoper Robin estuvo con ellos, pero cuando este creció y los abandonó, se fueron haciendo feos y malvados, hasta convertirse en verdaderos monstruos que protagonizan esa película de terror.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “¡Ouch, punción! Nuevamente me provocaste incomodidad”. (¡Ay, dolor! Ya me volviste a dar).