La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

Opinión

El voto de agua

El escenario político de la región, en buena parte, está solucionado. No se ven en el horizonte, elecciones competidas, -lo cual se deriva en menos tensiones poselectorales, y por consiguiente: paz social-, y mucho menos pleitos de callejón en la disputa por los espacios de autoridad el 2024.
Hasta ahí, MORENA y su dirigente real en Tamaulipas, no tienen por qué ni de qué, agobiarse.
El PAN, desmantelado y las partículas que restan en descomposición; el PRI, en el umbral de los fallecidos; el PRD, occiso y el MC, en estado catatónico.
¿Es todo coser y cantar para el lopezobradorismo tamaulipeco?
En el rubro de la política y sus procesos de disputa, sí.
El único factor, que puede desquiciar ese entramado político de felicidad para los guindos, es la naturaleza.
Sí.
MORENA, tendrá a su principal adversario -dicen los pronósticos meteorológicos más certeros, por lo científicos- en la sequía.
A juicio de los meteorólogos este año -que es eminentemente electoral- lloverá escasa, precariamente.
Las consecuencias: la capital del estado, vivirá épocas dramáticas por lo escaso del vital líquido.
¿A quién rebotará el rencor y el humor sociales de la sociedad capitalina?
No se requiere ser un sabio: en los gobiernos -sobre todo el estatal y municipal-.
¿Y cómo se reflejan esos estados de ánimo de los ciudadanos?
Ni buscarle mucho: el día de elección, ese enfado y esa frustración llevarán al electorado a manifestar sus desacuerdos.
Si en la elección extraordinaria, algunos votantes escribieron consignas contra el gobernador Américo Villarreal Anaya, -centenares apenas- por considerar que el morenismo de a pie ha sido mal pagado, imaginemos lo que sucederá luego de soportar largos días -ojalá así lo fuera: podría extenderse a semanas- sin agua.
Las medidas tomadas por las instituciones responsables de dotar y administrar los recursos hídricos en el centro del estado, pretenden solucionar la falta de líquido potable, con medidas desesperadas como ineficaces.
Desde aquella fenomenal propaganda para cuidar el agua, desplegada por el gobierno federal y el de la ciudad de México -aquel gordito que, en el Zócalo, pedía a todos que cerráramos la llave, no se ha visto algo similar; con otro agravante: hoy es más escasa el agua.
Apremia la construcción de una nueva cultura del agua; una visión social, consciente, de lo que nos espera en un futuro que está a tiro de piedra. De igual forma, a las instituciones, este dramático paisaje que viene, las mandata a una nueva cultura de la administración pública: liquidar a las gigantescas burocracias parasitarias, adquirir plantas recicladoras y sobre todo, superar el viejo esquema neoliberal de que subiendo el precio del servicio el consumidor cuidará más el recurso.
El desafío más apremiante para la IV T tamaulipeca, no es de tinte ni de color político-electoral.
De ninguna manera.
El gigantesco reto que tiene frente a si en el corto plazo, el gobierno de Villarreal Guerra es técnico -en menor grado- y cultural -esencialmente social-.
El ciudadano, sólo cambiará sus prácticas de uso del agua, cuando los gobiernos muestren el camino con hechos.
No hay mucho tiempo para rectificar.
El costo será mayúsculo, si no encuentran salida a la trampa que ellos mismos se crearon: prometieron agua, por votos…
…probablemente, se revertirá esa ecuación el 2024: los ciudadanos, demandarán votos por agua.

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