Las regiones de Egidio

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

El método que adoptó el gobernador para atender sus tareas y obligaciones, en todas y cada una de las comunidades, poblados, ciudades y zonas rurales del Estado, fue el de la atención por regiones, respetando una zonificación creada en el gobierno de Egidio Torre Cantú.

Las regiones inventadas por el ex gobernador Torre Cantú, y/o por sus ayudantes, fueron precisamente eso: un invento, una creación, una división arbitraria, producto de un análisis incompleto, parcial, subjetivo, convenenciero y prejuicioso, realizado, en el mejor de los casos, en un escritorio en Ciudad Victoria, sino es que en un gabinete de la Ciudad de México.

Seis regiones son las que propuso el exgobernador que hoy reside en San Pedro, mismas que hizo suyas y dio por buenas el actual gobernador Américo Villarreal Anaya.

Esa división geográfica que propuso el hoy millonario «sampetrino», es útil para quien tiene una visión centralista, sirve para justificar lo que se hace en un lugar y lo que se deja de hacer en otro, ayuda para darle un matiz de justicia y equidad, a lo que definitivamente es injusto e inequitativo.

En la geografía política egidista – ameriquista, constituyen una sola zona todos los municipios de la región fronteriza norte, ahí donde reside más del cincuenta por ciento de los tamaulipecos, lo que significa que se le dará un sexto de la atención, tiempo, inversión, programas, etc, a la región donde vive más de la mitad de la población.

Hasta este momento, el gobernador Américo Villarreal solo le ha dado su presencia, en una jornada dominical acompañado de todo su gabinete, a cada una de estas seis regiones propuestas por el señor del mostacho abundante (Egidio).

Digo que la partición es incorrecta y la repartición -de recursos, dinero, atención y obras- será injusta, si se apega a la zonificación que Américo Villarreal ha hecho suya en el inicio de su sexenio.

La división Egidista se hizo con criterio político, para favorecer unas regiones y para soslayar otras, en el discurso y en los hechos y acciones de gobierno.

Se puede adoptar la división geográfica del Instituto Nacional Electoral, sustentada en criterios poblacionales, que considera nueve distritos, con proyección a compactarse en ocho.

Se puede usar la división que bien conoce el gobernador por ser la que manejan en la Secretaria de Salud, de doce jurisdicciones sanitarias.

Por criterios económicos, poblacionales, geográficos y otros, la actual región fronteriza norte, debe ser considerada como las regiones (en plural), norte (Reynosa), noreste (Matamoros) y noroeste (Nuevo Laredo).

Dicen que el que parte y reparte, se queda con la mejor parte, y con ese criterio que han tenido los gobernadores de Ciudad Victoria, incluyendo al actual, la división más conveniente (para ellos) y más justa (solo para ellos) es que el Estado tenga dos regiones, una la capital, y el resto, que sería «la provincia».

Es evidente que con instrumentos injustos e inequitativos, no es posible gobernar de manera contraria. Como ejemplo les digo que a seis meses del gobierno de Américo Villarreal, en medio año, solo ha podido, -o querido-, brindarnos su presencia, en esos eventos que llamaron «Jornadas de Ayuda a las Regiones», y con la herramienta o instrumento de división en regiones que está utilizando, ya cumplió con la población del norte. Desde mi visión, considero que No le ha cumplido a los habitantes de Matamoros y su área de influencia, ni a Nuevo Laredo y su microregion.

Criterio similar emplean los directivos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, pero esa es otra historia que vale la pena comentar a detalle, pues ahí solo usan tres regiones: centro, sur y norte, en beneficio más que obvio para la región centro.

El tema es interesante e importante, pues la invención de regiones es útil para orientar la atención y el quehacer gubernamental y para su valoración.

Los colaboradores de gobernador harían bien en reflexionar y crear un modelo más útil para sus tareas y más justo para todos los habitantes de Tamaulipas. El modelo Egidista, ese que se recuerda por nombrar a la región árida de Tula, como «el altiplano», (de inspiración chilanga), no es un instrumento útil para el análisis, ni para el estudio, ni para normar la actuación del gobierno.

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