Bully
Ya se publicó en redes sociales el video donde otras dos chamacas se agarran de las greñas, exactamente como ocurrió en el caso de Azahara, actualmente detenida en una correccional y su víctima Norma Lizbeth, fallecida.
Solo faltó que una de ellas agarrara una piedra y le atizara en la nuca a la otra para que fuera exactamente lo mismo.
Como que no escarmientan estos jóvenes de hoy.
Este segundo caso ocurrió a finales del mes de enero, antes del de Norma Lizbeth y Azahara. Lo que pasa es que van a ir saliendo otros y otros, porque el tema del bullying o acoso escolar pasó a ser un tema serio.
Ojalá que no pare ahí, sino que se haga ley que las autoridades vayan a las escuelas en rondines de vigilancia aleatoria para detectar a posibles “bullys”.
Un “bully”, para quien no lo sabe, es aquel estudiante abusivo, que se hace acompañar generalmente de otros chavos igualmente desadaptados para aterrorizar a compañeros más débiles o introvertidos.
En Estados Unidos a esos estudiantes tímidos se les llama “nerds” o “bichos raros”. Son el objetivo principal de los “bullys”. Estos pandilleros actúan impunemente porque las autoridades escolares se quitan la responsabilidad al decir que se trata de “juegos de muchachos”, o si no, porque ellos mismos están en riesgo ante la posibilidad de que los “bullys” también los hagan víctimas.
En nuestro país ha llegado a tal extremo, que en las escuelas secundarias y preparatorias no solamente hay pandillas, sino que se vende droga de manera abierta.
Envalentonados porque no se hace nada contra ellos, los malditos “bullys” se lanzan contra sus compañeros más indefensos hasta causarles daños serios.
Aquí, en Reynosa, es común que en escuelas como la “Francisco J. Mújica”, la “Marte R. Gómez” y algunas otras, al salir de clases se juntan grupitos de estudiantes para hacerles “casita” a dos que se están peleando, generalmente un “bully” y su víctima.
No sé a mis dos o tres lectores, pero a mí se me encuera el chino nada más de pensar que, en lugar de separar a los rijosos, los compañeritos toman su teléfono celular y se ponen a grabar el pleito para después subir las imágenes a sus redes sociales.
Las y los chavos que están de espectadores, en vez de tratar de desalentarlos, les echan porras y les gritan que se sigan golpeando.
Si algún Diputado Federal o Senador de la República está leyendo esto, no se quede impávido, sin hacer nada. Tome su computadora y empiece a redactar una iniciativa con proyecto de ley para que se armen operativos permanentes en las escuelas y se hagan rondines aleatorios.
La propuesta incluiría además un artículo donde se someta a tratamiento psiquiátrico a todo aquel joven que esté practicando el bullying.
Que se hagan dichos operativos también de manera anónima, sin que los “bullys” se enteren, para que estos puedan ser identificados sin temor a que los que aportaron los datos no sufran alguna represalia.
Mas pienso que esto es pedir mucho. La mayoría de los legisladores, o fueron “bullys”, o fueron víctimas del bullying. Los primeros no van a querer impulsar una ley de esa naturaleza, porque se identifican con los jóvenes que hacen violencia escolar, y los segundos tampoco, porque arrastran el trauma de la infancia, y recordarlo los hará caer en un estado neurótico.
La esperanza recae, pues, en aquellos diputados y senadores que ni sufrieron ni practicaron el bullying. A ellos va dirigido este sesudo artículo.
Por lo pronto, nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Observas el clima borrascoso y te resistes a colocarte en cuclillas”. (Ves la tempestad y no te hincas).