AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Pueblo

Miren. Les voy a mostrar cuál es el pueblo que ama “Aquel que les platiqué”. 

Cuando “Aquel que les platiqué” se refiere al pueblo, no se refiere a todos, ni siquiera a los pobres en general, porque hay muchas personas buenas y trabajadoras que se soban el lomo para obtener un ingreso raquítico y poder vivir un día más. 

En Yautepec, Morelos, un presunto ladrón fue linchado por una turba enfurecida. Lo amarraron, lo golpearon, lo desnudaron y finalmente lo mataron a balazos, como un perro (con el perdón de los perros). 

No hubo tribunal, no tuvo abogado y ni siquiera lo dejaron defenderse. Asumieron que era un ladrón y eso les dio la justificación necesaria para quitarle la vida. 

Sí. Es cierto que en ocasiones las autoridades son omisas en atender los reclamos de la sociedad. Pudo ocurrir que el hombre fuera sorprendido con las manos en la masa, pero eso no disculpa la barbarie. 

El supuesto delincuente recibió un juicio sumario, algo que no puede estar sucediendo en un país donde prevalece el estado de derecho. 

En el video que se hizo viral y que llenó de indignación a todo mundo, se ve a un hombre semidesnudo, tirado en el suelo, amarrado con una soga al cuello. Es arrastrado por un sujeto que jala de la cuerda, mientras otros lo patean y le dirigen palabras amenazantes y obscenas: 

-Primera persona: ¡Hijo de tu perra madre! ¡Aquí somos pueblo, mierda! 

-Segunda persona: ¡Chinga tu madre, güey! 

-Primera persona: ¡Somos vecinos, cagada!¡Le robaste a los vecinos, hijo de la verga! 

-Tercera persona: ¡Hijo de tu perra madre! 

De pronto, se escucha un primer disparo, y luego un segundo y un tercero.  

-Voz de mujer: ¡Ay, no mames! Lo mataron. 

Ojo. La mujer dice: “¡Lo mataron!”, no “¡Lo matamos!” porque ella también participó en el linchamiento. 

Un pueblo que se toma la justicia por su propia mano, que actúa muy similar a como lo hacen quienes forman parte de la delincuencia organizada, ese es el pueblo que quiere “Aquel que les platiqué”. 

Un pueblo fuertemente influenciado por la subcultura del narcotráfico, no puede actuar de otra manera. 

Un pueblo narco, envalentonado por la actitud de su gobernante, que prefiere salvaguardar la vida de los delincuentes porque “también son seres humanos”, pero es omiso en garantizar la integridad física de los migrantes que murieron en una estación del INM, en Ciudad Juárez. 

Por desgracia, en este país, la gran mayoría de las personas que habitan en barrios de alta marginación, o son delincuentes, o son familiares de un delincuente o son amigos de un delincuente. 

¡A estas alturas, hasta el más infeliz pelagatos se siente mañoso! 

Por eso, no resulta extraño que ocurran situaciones de esa naturaleza. Un ladrón que actúa sin el permiso del jefe de la plaza, se arriesga a sufrir la misma suerte.  

Hay ocasiones en que los mismos miembros de la delincuencia organizada mantienen a las colonias libres de ladrones porque estos no son confiables y les tienen un odio visceral. 

“Aquel que les platiqué”, sin duda, estará con esa su sonrisilla burlona, tal vez justificando a los pobres vecinos que fueron afectados por el ladrón: “Así se debe tratar a los neoliberales corruptos y rateros”. 

Termino con el refrán estilo Pegaso, cortesía de “Aquel que les platiqué”: “Con el populacho, la totalidad; sin el populacho, la nulidad”. (Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada). 

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