AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Supermán

El mundo está celebrado los 90 años de la creación de Supermán y el 85 aniversario de la publicación de la revista donde apareció por primera vez. 

Supermán fue el primer super héroe, tal como los conocemos ahora.  

Sus autores, Jerry Siegel y Joe Shuster, hijos de inmigrantes judíos, fueron los creadores de este personaje, con poderes muy similares a los de los dioses: Super fuerza, inteligencia superior, invulnerabilidad, super velocidad, etcétera. 

Se supone que el padre de Jerry Siegel falleció un poco antes de que éste creara el personaje de Supermán. Murió en su tienda de ropa, durante un asalto armado. No es casualidad, pues, que Siegel haya creado a un tipo cuyas balas rebotan en su pecho. 

En cuanto al nombre de algunos personajes y sitios que se incluyen en la narrativa, Siegel y Shuster se inspiraron en artistas de cine, del cual eran asiduos asistentes. Clark Kent, por ejemplo, se inspiró en Klark Gable y Kent Taylor, en tanto que el nombre de la ciudad viene de Metrópolis, una famosa película de 1927. 

El traje tiene la influencia de los fortachones de circo: Un mono de licra ajustado, unos calzoncillos por encima y una capa de color llamativo. 

Supermán posee increíbles poderes, pero su debilidad es la kriptonita. Según la historia, nació en un lejano planeta llamado Kriptón, el cual estalló a causa de la cercanía de una estrella. Sus padres tuvieron la oportunidad de salvarlo, lanzándolo al espacio en una nave que cayó justamente en la campiña de Kansas, donde fue adoptado por Martha y Jonas Kent. 

Al crecer, se convirtió en el poderoso personaje que todos conocemos y que nos ha deleitado con miles de aventuras, no solo en los comics, sino también en la radio, la televisión y el cine. 

Hay un pasaje que me gusta mucho. No está incluido en la narración origina de Siegel y Shuster, pero sí en Supermán 1 (Superman: The Movie, por su título en inglés. Estrenada en 1978. Director: Richard Donner. Protagonistas: Christopher Reeve, Marlos Brando, Gene Hackman, Trevor Howard y Maria Shell). En ese pasaje aparece Supermán, en la Fortaleza de la Soledad y de alguna manera logra que una estructura de cristal funcione y se observa una proyección holográfica de Jor-El, el padre de Kal-El (Supermán/Clark Kent). 

Este le da consejos y le dice que ha enviado a su hijo unigénito a La Tierra para luchar por la justicia, en una fusión de la historia de Moisés con la de Jesucristo. 

Moisés, efectivamente, para ser salvado, es colocado en una cesta (de ahí viene el nombre de moisés para las camitas portátiles de los bebés) en la orilla del río Nilo y rescatado por una princesa egipcia. Jesucristo, por otro lado, es el hijo unigénito de Jehová o Yahvé y es enviado al mundo para salvar a la Humanidad. 

Todo esto me hace pensar una cosa: Los superhéroes actuales son los dioses modernos. Hemos dejado a un lado a Zeus, Quetzalcóatl, Zeus, Jehová, Ares, Krisna, Anubis y Ra y creado a Supermán, Ironman, La Mujer Maravilla, El Hombre Araña, Hulk y Batman. 

Los adoramos. Casi casi a nivel de un culto o religión. 

Vamos al cine y realizamos un ritual, que consiste en comprar el boleto, adquirir golosinas, sentarnos en una butaca y ver el desarrollo de la película, lo cual, dicho sea de paso, sabemos que todo es falso, pero nos convencemos de que es verdadero porque de lo contrario, no disfrutaríamos la historia. 

Por cierto, ¿saben quién creó al Hombre Araña, Iron Man, Hulk y todos esos héroes del universo Marvel que hoy disfrutamos? Sí. Stan Lee. 

Pero Stan Lee también es hijo de inmigrantes judíos, así que para el caso, los mejores inventores de dioses siguen siendo los judíos. 

Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de Leo de la Mancha y sus Manchados, que dice así: “Y arribó de manera similar a como lo hizo El Hombre de Acero, con la ropa interior en la parte superior de la prenda de vestir”.  (Y llegó como Supermán, con los chones, encima de los pantalones).

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