Por Oscar Díaz Salazar
Muy cerca del trazo de la muralla que envolvía a la ciudad de Campeche, en la zona centro de la ciudad, existe un jardín al interior de un polígono irregular amurallado, en el que funciona un jardín botánico.
El sitio es muy interesante y grato para las personas que disfrutan de la naturaleza, para quienes les gustan las plantas y para quienes se acercan movidos por el interés de conocer las especies vegetales de esa zona.
Recordé la visita que hice a ese sitio, años atrás, por la lectura del comunicado del gobierno municipal de Tampico, en el que reseñan el acto de inauguración del Vivero Didáctico Municipal de Tampico, por el presidente Chucho Nader y su esposa Aida Féres de Nader.
De acuerdo al texto del boletín de prensa, el Vivero inaugurado es el primero (único por lo tanto) de su tipo en el estado, «enfocado a la educación de los niños acerca de nuestro ecosistema».
Por las fotografías del acto inaugural, percibo que el Vivero de Tampico tiene una superficie mucho mayor a la del jardín de Campeche, del que les comenté en el párrafo inicial, por lo que auguró que ese sitio se convertirá muy pronto en una área frecuentada por las familias tampiqueñas, y visitantes.
Mi pronóstico sobre el éxito de esta obra del gobierno de Chucho Nader, se sustenta también en el interés y gusto por las plantas, que he observado en las nuevas generaciones, y que yo mismo comparto.
Obras como esta que entregó Chucho Nader al pueblo tampiqueño, son dignas de ser imitadas en los otros municipios del Estado. Espero que pronto se repliquen estas acciones y también espero tener muy pronto la oportunidad de conocer ese jardín.
Felicito al presidente municipal de Tampico por esas pequeñas – grandes obras, que simultáneamente sirven para mejorar la calidad de vida de sus gobernados, para estar más cerca de la naturaleza y para la educación de los niños.