Ricos
Platicaban dos amigos: -Fíjate que mi padre, cuando murió, me dejó las casas que tenía en el centro de Reynosa. A mi hermano mayor les dejó las que están de Las Cumbres hacia el Sur y a mi hermano menor, las que tenía en la Almaguer.
-Hombre-le contestó el otro. No sabía que tu padre fuera tan rico.
-No, hombre. ¡Era cartero!
¿Qué le dice una silla rica a otra pobre?
-¡Pobrecilla!
Van un hombre con su esposa al médico para una revisión.
El galeno le dice:
-La verdad, no me gusta para nada el aspecto de su esposa.
Y el marido responde:
-Pues a mí tampoco, pero su padre es muy rico.
Un hombre rico va por el Parque Cultural paseando a sus dos perros Doberman entrenados para pelear. Cerca del Centro de Convenciones se encuentra con un viejo andrajoso que trae un perro tan desgarbado como él y lo reta para divertirse un rato: Echemos a pelear a uno de mis perros con el suyo.
Le contesta el vagabundo: ¡Juega! Pero mejor que sean sus dos perros contra el mío, para que la cosa sea más pareja.
El hombre rico acepta, así que buscan un lugar adecuado, por el rumbo del malecón y los echan a pelear.
Nada más se oían los gruñidos y ladridos de los endiablados animales. Finalmente, quedan los dos Doberman tirados en el suelo, así que el tipo se echa a llorar:
-¡Mis perros! Cada uno me costó 100 mil pesos-se lamenta con tristeza.
-¿Y usted cree que a mí me salió gratis mi león?
Platican dos tipos, uno rico y otro pobre.
-En mi casa, presume el rico, comemos a la carta todos los días. Lo que le pedimos al chef, eso nos sirve.
Y el pobre le contesta:
-Pues en mi casa también comemos a la carta… el que saca la mayor come.
Un tipo y su chofer van en una limusina por la campiña. A lo lejos ven cuatro figuras inclinadas. Al acercarse se dan cuenta que son un hombre, una mujer y dos niños pequeños que estaban comiendo porciones de pasto que arrancaban con las manos.
-¿Qué hace, buen hombre?-le preguntó el ricachón. ¿Por qué están comiendo pasto?
A lo que le contesta el hombre:
-Mi esposa, mis hijos y yo estamos comiendo pasto porque me quedé sin trabajo. Somos tan pobres que no nos alcanza ni para comprar tortillas. Por eso hemos venido aquí a comer pasto.
-Me ha conmovido-contestó el de la limusina. Mire. Suban. Vamos a mi mansión y ahí podrán saciar su apetito.
Se van a la casa que estaba ubicada en el barrio más exclusivo de Reynosa, la colonia Los Leones y le pide al chofer que abra el portón.
Una vez que entró la limo, los invita a bajar y, haciendo un generoso ademán, les dice:
-Miren, aquí pueden comer todo el pasto que quieran.
Un tipo que presumía de rico se encontró con un amigo de la infancia.
El amigo le dic:
-Oye, veo que te ha ido muy bien, ¿cómo le haces?
A lo que el otro le responde:
-Mira, te voy a decir mi secreto. Hace tiempo compré un cerdo. Aunque me costó un poco caro, la verdad es que vale hasta el último centavo. Es capaz de ir al casino y ganar en todos los juegos. Gracias a eso, compré un ranchito y ahí descubrió una mina de oro y mucho petróleo. Es tan listo, que él se encarga de negociar los contratos. Y por la tarde, se pone a jugar ajedrez conmigo.
-¡Qué impresionante!-contesta sinceramente su interlocutor. ¿Puedo verlo?
-Claro que sí, mira, ahí viene. Es aquel que tiene dos patas de palo.
-¿Un cerdo con dos patas de palo? ¿Qué fue lo que le pasó?
A lo que responde el badulaque:
-¡Hombre! Con el cariño y el agradecimiento que le hemos tomado, ¿tú crees que nos lo vamos a comer todo de una vez?