Ratotas
¡Yijajayyyy! No sabía yo que el Tratado de Guadalupe Hidalgo, un documento firmado por los gobiernos de Estados Unidos y México para terminar la guerra entre ambos países y ceder la mitad de nuestro territorio a los gringos tuviera fecha de vencimiento.
Por ahí anda circulando un meme que dice que el 13 de agosto de este año los ratotas güeros pelos de elote tendrían que regresarnos los Estados de Texas, Arizona, Nuevo México, Nevada, Hutah, Colorado, California y parte de Oklahoma, Kansas y Wyoming.
Por supuesto que es una «fake news», como muchas otras que se pueden ver en la red, pero lo que sí es cierto es que en un artículo fechado el 6 de abril de 2017, publicado en el influyente periódico The New York Times, el periodista e historiador Enrique Krauze analiza la posibilidad de que los Estados Unidos pudieran devolver el territorio robado a México.
El Tratado de Guadalupe Hidalgo fue firmado el 2 de febrero de 1948.
La demanda para que se anule dicho documento, que fue aprobado por los dos gobiernos en aquel tiempo, la encabezaba en el 2017 el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas y uno de los ideólogos más respetados de la izquierda mexicana.
La demanda tendría que ser presentada ante cortes internacionales, las cuales, sospechosa y convenientemente, no son reconocidas por el Gobierno de los Estados Unidos.
Pero, ¿se imaginarían mis dos o tres lectores qué pasaría si por azares del destino se logra obligar a los pelos de elote a devolver lo que nos birlaron?
Bueno. Primero, el Pejidente ALMO tendría que dar instrucciones al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, a fin de que inicie las acciones legales correspondientes.
Si procede, tendríamos que prepararnos para muchos cambios que se vendrían en cadena:
1.- Ya no necesitaríamos ver la cara de perro chato de los agentes de migración gringos y podremos pasar sin necesidad de visa láser a hacer nuestras compras a McAllen.
2.- Todos los migrantes haitianos, centroamericanos, africanos y ucranianos serían recibidos con los brazos abiertos en los estados recuperados. Aunque lo más probable es que quieran irse más arriba todavía y saturar la nueva frontera.
3.- Los norteamericanos que se queden, tendrán que conformarse con vivir en una casita del INFONAVIT, acudir al IMSS o al ISSSTE, ganar un salario mínimo y tomar las democráticas peseras para trasladarse hasta su trabajo en alguna maquiladora.
4.- Nosotros, por otra parte, podríamos ir a Hollywood y participar en las mega producciones cinematográrficas junto con grandes figuras del celuloide, como Morgan Freeman, Tom Hanks, Will Smith o Julia Roberts. Pronto veríamos triunfando al doctor Poncho De León, al lado de Silvester Stallone.
5.- Aunque muy probablemente no nos dure mucho el gusto. Desmadrosos como somos, no tardaríamos mucho en partirle la madre a las carreteras, calles, plazas y jardines que actualmente están muy bonitos.
A esos y a muchos otros cambios tendríamos que acostumbrarnos si Cuauhtémoc Cárdenas o cualquier otro patriota caudillo promueve la iniciativa para que los gringos nos devuelvan lo que se robaron.
-Pero Pegasous-dirían algunos ciudadanos de ese país anglosajón. El Tratadou de Guadalupe Hidalgo haber sido autorizado por los dos gobierrrnous.
-Sí, güero-le respondería yo. Pero nuestro gobierno fue obligado por el tuyo, aprovechándose de una situación de extrema vulnerabilidad de México en aquellos tiempos. Ni en aquella época ni ahora se vale que un fortachón obligue a un alfeñique minusválido a darle sus muletas, porque se vería como un acto ilegal y más propio de delincuentes que de diplomáticos.
Yo le diría al inge Cuahutémoc Cárdenas que no se olvide de esa iniciativa. Con suerte, es chicle y pega.
Recordemos que después de mucho tiempo, China recobró los territorios de Hong Kong y Macao que le habían robado los ingleses y portugueses. Que Rusia está tratando de recobrar Ucrania, que era parte de su territorio original y que la justicia finalmente debe prevalecer, porque si no, a este mundo se lo va a cargar el payaso.
Viene el refrán estilo Pegaso: «Quien propina el primer impacto, impacta por partida doble». (El que pega primero, pega dos veces).